Apéndice de “Historia sobre el régimen de los intereses”

AutorMario G. Bacigalup Vértiz

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Apéndice de “Historia sobre el régimen de los intereses” *

Por Mario G. Bacigalup Vértiz

Apéndice 1: Contra los que practican la usura1

Las personas que aman la virtud viven de acuerdo con la razón a través del seguimiento de las leyes benéficas y las ordenanzas. Dos características pertenecientes a los legisladores distinguen a tales personas: una es opuesta a la perversidad mientras la otra favorece las buenas acciones. Una persona no puede de otra forma vivir bien y moderadamente, a menos que tenga la virtud como madre y aleje al demonio. Por eso hoy estamos reunidos para oír los mandamientos de Dios y pre-star mucha atención al profeta (Ezequiel). El mató al demonio del préstamo de dinero cuyo hijo es la usura y ha desterrado de su vida el dinero ganado mediante el comercio (Ezeq., 22, 12). Aceptemos pacientemente los mandamientos [de Dios] y evitemos convertirnos en la roca bajo la cual la semilla cae, se seca y no da frutos (Lucas, 8, 13). Tampoco debieran aplicarse a nosotros las palabras dichas a los obstinados israelitas: “Escuchan aunque no entienden, y miran aunque no ven” (Ls., 6,
10).

Le pido a los que me escuchan que no condenen mi audacia ni mi falta de entendimiento cuando oyen a una persona hábil como yo en los discursos y la filosofía y entrenada en cada tipo de conocimiento porque he abandonado cualquier relación con la usura. Descenderé ahora a una competencia pareja; aunque pueda ser unido al yugo junto a un asno o a un buey, estoy sin embargo coronado con la victoria obtenida por un caballo. Lo pequeño siempre aparece con lo grande y la luna luminosa con el sol radiante. Un barco mercante es empujado por el viento y un pequeño bote atraviesa la profundidad; atletas entrenados, así como los jóvenes esparcen arena sobre ellos antes de luchar. Con esto en mente, nuestros comentarios deberían invitar vuestra reflexión.

Vosotros a quienes me dirijo, quienes quiera que sean, abandonen los hábitos de un insignificante ladrón. Amen a los hombres, no a los ricos, y resistan este tipo de pecado. Digan con Juan el Bautista a aquellos que aman la usura, “Apartaos de mi, „raza de víboras‟” (Mateo, 3, 7). Ustedes están malditos por esos quienes los tienen a disposición de ellos. Aunque ustedes permiten un [placer] trivial para deleitarse ahora, una serpiente venenosa trae luego daño a sus almas. Ustedes dificultan el camino de la vida y cierran las puertas del reino [de los cielos]. La fascinación con cosas triviales hace tintinear sus oídos y los somete a eterna aflicción. Las siguientes palabras que son pertinentes a la acumulación [de riqueza] y a la usura deben inspirar vuestro amor por el pobre: “No rechacéis a quien os pida prestado” (Mateo, 5, 42). La persona desamparada está suplicando y está sentada afuera de tu puerta;

* Bibliografía recomendada.

1Traducción del autor del texto traducido al inglés del griego, por Casimir McCambley, Against those who practice usury by Gregory of Nyssa, “Greek Orthodox Theological Review”, 36.3-4 (1991): 287-302, www.sage.edu/faculty/salomd/nyssa/usury.html.

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en su necesidad busca tu riqueza para conseguir un alivio. En cambio haces exactamente lo opuesto, y la conviertes en un adversario. Fallas en asistirlo y en liberarlo de la necesidad mientras te permites el placer de la riqueza personal. A más de esto, siembras demonios en este desdichado afligido, retiras las ropas de su desnudez, le provocas daño y acumulas una preocupación y aflicción sobre otra. Quienquiera que obtenga dinero de la práctica de la usura garantiza una prenda de pobreza y trae mal a su casa mediante una aparente buena obra. Una persona con fiebre ardiente tiene una sed insaciable, honestamente ruega por vino. Aunque la copa dada por caridad le satisface por un momento, la fiebre furiosa pronto retorna con diez veces más fuerza. Así, quienquiera que preste dinero a una persona desamparada intensifica su miseria en lugar de aliviar su sufrimiento.

No vivas con fingida caridad ni seas un médico asesino con la pretensión de curar por un provecho; si haces esto, una persona confiada en tu habilidad puede sufrir un gran daño. El préstamo de dinero no tiene ningún valor y es voraz. Es desconocedor de tales negocios como la agricultura y el comercio; como una bestia, la usura reside en un lugar y encuentra deleite en los banquetes. El préstamo de dinero quiere que cada cosa sea salvaje y engendra cualquier cosa que sea agreste. Tiene una caña por arado, un papiro por campo y tinta negra por semilla. La lluvia y el paso del tiempo producen dinero mientras la guadaña exige compensación. La casa de la usura es como un lugar para trillar granos donde la fortuna de los oprimidos es secada y donde se considera todo como propio. Se reza por aflicciones y desgracias con el objeto de destruir a tales personas. El préstamo de dinero desprecia a la gente satisfecha con sus posesiones y las trata como enemigos porque no le proveen dinero. Observa en las cortes judiciales para encontrar angustia en las personas que reclaman pagos y sigue a los cobradores de impuestos quienes son un nido de buitres en formación de batalla para la guerra. El préstamo de dinero lleva un monedero y lo deja entrever como carnada igual que una bestia salvaje a aquellos en zozobra, con el propósito de atraparlos en su necesidad. Diariamente cuenta las ganancias y no se satisface. Se irrita por el oro escondido en la casa de una persona porque se mantiene ocioso e improductivo. La usura imita a los granjeros que inmediatamente siembran para cosechar; toma y da dinero sin ganancia mientras lo transfiere de una mano a la otra. Frecuentemente se ve bienestar y riqueza entre personas que carecen de una sola moneda. En su lugar su esperanza reside en un pedazo de papel que representa su riqueza por mutuo acuerdo; esas personas no tienen nada aunque poseen todo. Por otro lado tenemos la admonición del Apóstol referente a las personas que no dan por caridad sino por codicia (cf. Mateo, 5, 42). La usura opta por una forma conveniente de desamparo con el propósito de tener dinero como un esclavo afanoso constantemente. De esta manera el préstamo de dinero recupera lo que había prestado. Uno puede observar así, cómo la esperanza por el futuro vacía la casa de uno y vuelve temporaria a la riqueza inútil.

¿Cómo tiene lugar esta situación? Nada escrito sobre un papel es asegurado para generar sufrimiento; se presta con interés y se debe restituir lo que se ha ganado. Estoy exhortando a vosotros ahora porque una persona endeudada es indefensa y está encadenada, mientras que Dios que es rico y confiable te escuchará (Lucas, 6, 30). El Evangelio nos incita a dar y recibir con relación a cualquier deuda pública registrada (Lucas, 6, 38). Habla de un documento escrito por cuatro personas en lugar de un contrato de una persona cuyo testimonio pertenece a toda la Cristiandad

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empezando desde el tiempo de su salvación. Vosotros tenéis la prenda del paraíso y una valiosa divisa. Si buscáis más allá [podréis ver que] el mundo entero es la posesión de un justo deudor quien sabiamente tiene el cuidado de obtener abundancia y riqueza. La tierra entera es oro y pertenece a vuestro deudor; plata cobre y todo otro material están bajo su autoridad. Considerad la extensión del cielo, examinad el ilimitado mar, aprended de las magnitudes de la tierra y contad los seres vivientes que se nutren de ella. Todos son sus súbditos y le pertenecen a quien trasciende vuestra comprensión. Oh amigo, presta mucha atención. No insultes a Dios ni lo consideres peor que un cambista. Hazle una promesa a él que es inmortal y cree en su confiable vínculo que no puede ser separado nunca. No pidas ganancias sino da generosamente y sin corrupción (cf. Prov., 19, 17). Entonces verás a Dios que abundantemente dispensa su gracia.

Si estas palabras os sorprenden, Dios mismo es un testigo confiable, porque su compensación es más generosa. Él [Cristo] responde a la pregunta de Pedro, “Mira, hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué obtendremos?” [Cristo] responde, “En verdad os digo que todo el que haya dejado su casa, hermanos o hermanas, padre o madre, esposa, hijos o tierras recibirá el céntuplo y heredará la vida eterna” (Mateo, 19, 27). ¿Sois vosotros conscientes de su generosidad y bondad? El prestamista de dinero trabaja sin vergüenza con el objeto de doblar su capital mientras que Dios libremente concede el céntuplo a la persona que no aflige a su hermano. Así, cualquiera que confía en Dios deliberadamente no realiza ningún perjuicio negándose a entregarse a la usura. ¿Por qué os perjudicaríais vosotros con la ansiedad de calcular los días, meses, sumas de dinero, soñando con las utilidades y temiendo el día señalado en el cual la fructífera cosecha trae la lluvia? El prestamista de dinero es curioso con relación a las actividades de las personas de sus deudores, así como con sus viajes, actividades, movimientos y medios de vida personales. Si escucha un mal informe acerca de alguien que ha caído entre ladrones, o cuya buena fortuna se ha transformado en desamparo, el prestamista de dinero se sienta con las manos entrelazadas, gruñe constantemente, llora mucho, enrolla el documento de la obligación, lamenta el oro que representa, y hace un contrato que corta a su hijo como si fuera un vestido. Tal impaciente actitud resulta en una obsesión. Si el prestamista hubiera prestado a un marino, el se sentaría en la costa, preocupado por el movimiento del viento, constantemente examinaría su disminución, y esperaría el informe de un naufragio o alguna otra desgracia. Su alma está inquieta cada vez que ve que el mar se enfurece; examina los sueños y revela su disposición mediante los eventos que habían acontecido durante el día. Con relación a esta actitud estamos obligados a decir: “No permitas, oh hombre, que la ansiedad ni el deseo de ganancias te perturben. No busques el interés del dinero ni...

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