A un año de su triunfo, inseguridad y pobreza aún desvelan a Vidal

LA PLATA.- María Eugenia Vidal no esperaba ganar, un año atrás, la elección de gobernador de la provincia de Buenos Aires. El triunfo la sorprendió y la sumergió en una inesperada experiencia de poder. La mujer que en 12 meses enfrentó a mafias, a la policía y al Servicio Penitenciario, que recibió vainas de balas en su casa y amenazas de muerte, ahora evalúa si un día quiere ser presidenta de la Nación.

Hoy, justo en el día en que se cumple un año desde que fue elegida gobernadora, Vidal anuncia cambios en la institución que le dio la primera lección de pragmatismo en el ejercicio del poder: el Servicio Penitenciario no se deja gobernar fácil por una mujer. La triple fuga de la cárcel de Alvear fue para Vidal la primera revelación sobre el funcionamiento de mafias que intenta domar: corrupción y complicidades entre delincuentes y uniformados, para empezar.

Un año después, Vidal fue a fondo: no sólo desplazó al jefe del Servicio Penitenciario acusado de administración fraudulenta en concurso con vejaciones por la justicia de Salta; además, pasó a retiro a 132 oficiales y dispuso una suerte de intervención civil en la institución (ver página 19).

La gobernadora se notificó el viernes pasado de un informe de la Comisión Provincial por la Memoria que ya no le permitió omitir la realidad: las 55 cárceles y alcaidías, que tienen 39.927 detenidos y cupo para 30.000, no son sólo depósitos de hacinamiento humano. Cada semana mueren tres detenidos dentro de las instituciones del Estado.

El Servicio Penitenciario y la policía son hasta hoy instituciones que quedaron detenidas antes del advenimiento de la democracia, sostiene el secretario de Derechos Humanos, Santiago Cantón. Vidal quiere cambiar hasta su reglamento, que data de la época de la dictadura.

La policía provincial, con unos 100.000 uniformados, es el otro inmenso desafío de Vidal. Ya apartó a 2397 policías, acusados de recaudar sobres de manera ilegal, cubrir el juego clandestino o directamente tener vínculos con el delito. De estos policías, 661 están suspendidos.

Entre los apartados, 117 son policías con jerarquías superiores a la de subcomisario. La Dirección de Asuntos Internos -que conduce un civil- logró que 205 policías fueran presos. Entre éstos, 19 eran jefes, con jerarquía superior a la de subcomisarios.

La inseguridad no da tregua a Vidal, mientras intenta purgar a la institución que combate el delito. La purga es lenta y subterránea.

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