El año menos pensado

Si algo caracteriza a nuestra civilización, al menos en las etapas recientes de su breve historia, es la arrogancia. Supongo que, dados mis antecedentes, ahora debería darles la lata con el daño que le hemos causado a nuestro planeta y todo lo demás. Pero no. Somos mucho más arrogantes que eso.Ayer, mientras rumiaba las pasturas amargas que nos han dejado estos meses atroces de fallecidos y de encierro, de incertidumbre y de inminencia, de sufrimiento sin horizonte, ocurrió algo notable. Vi en la imaginación el -ahora solo hipotético- fin de año de un 2020 sin pandemia. Las Fiestas sin distanciamiento, las reuniones despreocupadas y siempre concurridas (aunque seamos poquitos), la tregua del brindis, el ir y venir y volver y volver a ir, libremente. Contemplé, incrédulo, un enero como siempre, un enero en el que todo, con la música del amodorrado adagio veraniego de fondo, volvía a comenzar, sin mayores sobresaltos, mientras nos deslizábamos un poco adormecidos hacia marzo o hacia las vacaciones, que son un soñar despierto. Vi, en total, un año como cualquier otro, y entonces advertí que, de haber sido así, seguiríamos siendo los que se creen mil, como se dice ahora en Buenos Aires. Los soberbios. Los arrogantes. Los inmunes.Ya no. Ahora, nosotros, los humanos, ápice de la evolución, estamos temerosos y dubitativos. Hemos inundado las redes sociales con fotos y videos de lo que éramos, de lo que fuimos, de lo que teníamos y perdimos de un día para el otro, sin aviso, sin que los horóscopos y los augures vieran venir la catástrofe. Aunque cualquiera que supiera sumar dos más dos sabía que solo era cuestión de tiempo. Pero preferimos no verla ni prepararnos, y ahora miramos con añoranza las postales del año pasado o del anterior, de ese viaje dorado, de aquel cumpleaños inolvidable, cuando nuestra persona más amada llegó a los cuarenta y tiramos la casa por la ventana. Es decir, vino todo el mundo y nadie se cuidó de si estaba a dos metros de distancia, a metro y medio o a dos codos. Sin barbijos. Sin miedo. Sin protocolos.No creo...

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