El ángel costurero

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El Ángel Costurero
Desciende enredado en una hebra de oro, se lastima las manos pero no
sangra.
Enhebra agujas con hilos de vino y, con ellas, sutura los lugares que se
abren en la piel de las frentes. Les desclava las manos y los pies y articula
Cristos remendados.
Abre las almas vacías y las rellena con migas de pan y esqueletos de
peces.
Resucita los deslices de los pecadores muertos. Los zurce y con eso los
enmienda. Pero la tela de las caídas es muy frágil y no quieren ni resisten
el perdón.
Reemplaza con varas las costillas y evapora el vinagre con el calor que
provoca el murmullo de las plegarias.
Cose dobladillos en la mirada de la multitud y pespuntea los silencios
que la atormentan.
Da puntadas con nudos en los mentones y los cose contra los pechos.
Después se eleva un cuerpo blanco surcado por transparencias al que nadie
ve. Se eleva y ahí queda, fotograado en la fe.
El ángel costurero trabaja incansablemente sobre corazones de pañolen-
ci. Corazones rellenos con estopa y aserrín.

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