Por amor al maestro

En una reunión de pianistas uno espera escuchar que se hable de colegas, pero Manolo Juárez, el gran modernista del folklore de los años 60, vuelve a romper paradigmas. Las risas estallan en la casa estudio que tiene en San Telmo, cuando surgen las anécdotas de Tangalanga. "El flaco Spinetta era fanático", dice Sujatovich. "Pocho Lapouble lo hizo muy conocido entre los músicos", apunta Juárez. "A mí me lo hizo escuchar el Mono Fontana", aporta Adrián Iaies.

"Cuando lo conocí a Manolo me citó en una oficina y muy serio y me dijo que escuchara algo. Pensé que sería clásica o Bill Evans. Pero era Tangalanga. Siempre busca romper con la solemnidad", cuenta Sujatovich.

A pesar de que los tres pianistas -Lito Vitale, Iaies, Sujatovich- pertenecen a una generación que creció con sus consejos musicales (su tarea como docente fue tan fuerte como la de arreglador del folklore) y parecen esperar siempre su aprobación, no hay veneración. El humor, las bromas y la confianza están siempre presentes.

Manolo Juárez fue el padrino del modernismo en la música popular argentina. Por eso es fácil entender por qué ellos tres y muchos más -Jorge Navarro, Luis Salinas, Diego Schissi, Carlos Aguirre, Haydeé Schvartz, Elías Gurevich, Marian Farías Gómez, Juan Carlos Baglietto, Mono Izaurralde, Verónica Condomí, Pablo Fraguela, Nicolás Guerschberg, Mono Hurtado, Lucas Homer y Facundo Guevara, entre otros- se reunirán hoy, a las 21, en el CCK, para realizar un agradecimiento colectivo interpretando su obra.

Es que cada movimiento de Manolo influyó en el medio musical. Como cuando organizó el ciclo Sólo piano, en el que reunió a Horacio Salgán, el Cuchi Leguizamón y el Mono Villegas. Vitale y Sujatovich lo recuerdan como trascendental. "Era un impresionante -dice Vitale-. Estaban todos los monstruos y nosotros tocamos ahí. Fue como invitarnos a jugar en primera."

Juárez fue tutor de una camada de...