Para sus amigos, Santiago Maldonado era 'incapaz de actuar con violencia'

ANCUD, Isla Grande de Chiloé.- "Juan" o "el Brujo" -apodos con los que se lo conoce aquí a Santiago Maldonado y que remiten a su admiración por el lonko araucano Calfucurá y a los brebajes medicinales, pócimas y licores que preparaba- es un defensor de la naturaleza y un joven "comprometido con las causas justas", "pormenorizadamente informado sobre las represiones y desapariciones de mapuches en la Araucanía", pero "incapaz de actuar con violencia".

Así lo describen quienes frecuentaron en esta localidad al mochilero. Ellos dibujan un perfil muy disímil de un miembro de Resistencia Ancestral Mapuche (RAM) capaz de intimidar a un puestero.

En su trato verbal con los carabineros no se colaban rasgos de agresión, tampoco procacidad o insultos solapados. Sin embargo, según sus amigos, fue firme en su negativa a tatuar a cualquier miembro de las fuerzas de seguridad.

Impasible, sin subir el tono de voz, les comunicaba a esas fuerzas que no toleraba: "Yo elijo a quién tatuar y a quién no". Su desacuerdo ante cualquier gesto de intimidación o gresca entre pares lo empujaba incluso a disculparse con quien fuera en un bar para evitar peleas. Templanza, mesura, humor, carisma, respeto, conciencia de sus límites y ansias de libertad para poder recorrer geografías como mochilero y no quedarse mucho tiempo en ningún lugar, salvo aquí, son los rasgos de personalidad con los que describen a Santiago sus amigos en el local de Legend Tattoo, Marcos Ampuero, de 31 años, y Pablo Cárdenas, de 28.

Ampuero no sólo le dio trabajo, también lo albergó en su casa la primera vez que visitó la isla -en marzo del año pasado- con su ex novia mendocina Ximena, una artesana que usaba muchos piercings y que tenía habilidad para hacer bijouterie en macramé.

Fueron dos las oportunidades en que Maldonado se radicó por varios meses en esta isla de fiordos, acantilados, colinas verdes y clima impiadoso sobre el Pacífico. La última vez, desde enero -Migraciones no registra su salida al país- hasta el 21 de abril, cuando se instaló en El Bolsón. Aquí es donde más dinero ganaba como tatuador autodidacta de la old school y donde cosechó un montón de amigos. Su bonhomía -cuentan cinco personas que lo frecuentaron o convivieron con él- es el atributo que todos destacan: "Santiago es una persona muy agradable para estar, con una gran facilidad de sociabilización y tiene una conversación amena".

Su sensibilidad para apoyar reclamos sociales lo empujó la primera vez que vino a sumarse...

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