En América no son tan amables

La pregunta fue específica, pero Felipe Solá no terminó de contestar. Estaba en la segunda de las cuatro reuniones, almuerzo incluido, que tuvo el miércoles en Brasilia y alguien del equipo de Ernesto Araújo, su par brasileño, quiso saber: "¿Van a acompañarnos con la firma del acuerdo Unión Europea-Mercosur?". Solá no habló de más. Se limitó a recordar que esa era, en todo caso, una decisión que oportunamente tendría que tomar Alberto Fernández. Y esa elipsis no impidió que la visita cumpliera con el objetivo que se había propuesto: iniciar una relación después de los múltiples reproches que, en los últimos meses, se hicieron mutuamente el actual presidente argentino y Jair Bolsonaro. Por la tarde, en un gesto infrecuente porque en general se reúne con funcionarios extranjeros de su mismo rango, el líder brasileño recibió a la comitiva en el Palacio del Planalto.Las urgencias de Brasil divergen de las argentinas. Brasil necesita el aval de la Casa Rosada para negociar con la Unión Europea porque, según explicaron allí sus diplomáticos, ese tratado no solo será beneficioso para ambas economías sudamericanas sino que ya le ha devuelto, con la sola posibilidad de la firma, vigor internacional al Mercosur, devaluado en los últimos años bajo la sombra de la Alianza del Pacífico. Y eso que los europeos tienen múltiples reparos. Deben, por lo pronto, vencer la resistencia de Francia, el país más reticente, que viene además de desencuentros con Bolsonaro por los incendios del Amazonas. La desconfianza es infinita: un informe del Ejército brasileño incluye a los franceses como primera hipótesis de conflicto en esa zona sensible del planeta.Son fantasmas que, si se avanza, estarán presentes en la negociación final. Antes, Brasil deberá obtener la aprobación argentina, paso legal que lo facultaría a empezar a entenderse de manera bilateral con la Unión Europea. El trámite requiere la aprobación parlamentaria de ambos países. La Argentina está entonces frente a varias encrucijadas. ¿Podría negarse a firmarlo y enemistarse con Bolsonaro? ¿Cómo reaccionarían industriales propios que, al igual que los de San Pablo, se oponen al acuerdo? ¿Estará dispuesto Alberto Fernández a dar ese aval y posibilitar, por lo tanto, inmediatas conversaciones bilaterales entre su socio del Mercosur y Europa de las que no participará y que incidirán en el arancel externo común del bloque? Ni siquiera en ese punto están de acuerdo: mientras los brasileños hablan de...

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