Amelia Bence: adiós a esos ojos bellos

Ayer, a los 101 años falleció María Amelia Batvinik, o Amelia Bence, como todos la conocimos. Se encontraba internada en la Clínica Zabala, en la ciudad de Buenos Aires. La actriz nació el 13 de noviembre de 1914, aunque algunos sostienen que fue en 1911, con lo que habría que consignarle unos años más.

"El olvido es una palabra que no existe. Todos los días compruebo que el público me reconoce y me mima", confesaba Amelia Bence a LA NACION años atrás, a punto de viajar a Perú. Por entonces, el tiempo no había mellado ni la sugestión de su sonrisa ni el eterno atractivo de sus ojos verdes, los "más lindos del mundo", según el título que se ganó para siempre a partir de la película del mismo nombre. Pero, con un dejo de resignación imposible de disimular, decía que estaba casi obligada a salir de gira una vez más porque en ese momento eran contadas las oportunidades que se le presentaban para actuar en la Argentina.

"Yo soy actriz y necesito demostrarlo", decía con entusiasmo juvenil hace un tiempo, aun cuando no le faltaba reconocimiento por su labor en el cine, el teatro y la televisión. Pero una vocación nacida de sus condiciones naturales la llevaba una y otra vez a reverdecer laureles y salir nuevamente en busca del aplauso. Por eso regresaba a las incansables giras y se esforzaba por llamar la atención de las autoridades para que Alfonsina, un tributo teatral dirigido por Rodolfo Graziano, lograra un espacio más digno.

Fue justamente Alfonsina Storni el nombre que marcó el comienzo de la larguísima y fértil trayectoria de una de las más destacadas figuras que dio el cine y el teatro en la Argentina entre las décadas de 1940 y 1960, y que después de ese momento de apogeo se mantuvo siempre activa y prolongó su vigencia a fuerza de talento y personalidad.

La propia Bence recordaba al detalle el momento en que debutó en un escenario cuando tenía cinco años.

"Yo hacía el papel de un nene, un varoncito, que tenía que enviarles una carta a los Reyes Magos. Pero cerré el sobre y cuando fui a pegar la estampilla, me la tragué. Me puse a llorar y corrí a refugiarme en las bambalinas. Y allí estaba Alfonsina, que me abrazó, me consoló y me pidió que volviera al escenario. Todavía recuerdo sus palabras: «¡No seas tonta, vos vas a ser una gran actriz!»", solía recordar Bence.

Desde allí, la vocación artística jamás la abandonó. Eligió llevar adelante ese compromiso a fuerza de instinto y con una confianza plena en sus dotes innatas. Tal vez por...

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