Amar a Belgrano

"De regular estatura, ojos grandes de color azul sombrío, cabello rubio y sedoso, tez muy blanca y algo sonrosada. Su fisonomía era bella y simpática. Su carácter, de una grave serenidad. La nariz era algo prominente, fina y ligeramente aguileña. Era escaso de barba, no usaba bigote y llevaba la patilla corta a la inglesa. Su contextura era delicada y su educación física no lo había preparado para los trabajos de la guerra". Así describe Bartolomé Mitre a , el prócer que suscita amores como casi ningún otro grande de la historia nacional.No era militar, sino humanista. Se educó en Salamanca y recibió su título de abogado en Valladolid. Pero su interés radicaba en los idiomas vivos, la economía política y el derecho público. Durante esos ocho años en la Península (1786-1794) fue influenciado por las ideas reformistas que adoptó Carlos III, versión española del "despotismo ilustrado" y también de la Revolución Francesa, que aterrorizó a los Borbones.Como él mismo lo reconoció, en lugar de ser leguleyo, prefirió dedicar su vida a mejorar la de los demás. No como sacerdote ni como enfermero, sino difundiendo las ideas del progreso y la modernidad, promoviendo reformas para sacar a las Provincias Unidas de la pobreza, el atraso y la ignorancia.Belgrano estudió a los fisiócratas, como Quesnay y Turgot, contrarios al mercantilismo absolutista, el intervencionismo estatal, los monopolios oficiales, los controles al comercio interior y las restricciones al comercio exterior. Aprendió que la riqueza de una nación no consiste en la prosperidad del Estado, sino en el bienestar de sus ciudadanos.Supo en España que Carlos III había creado el Consulado en Buenos Aires y que él mismo sería designado su secretario perpetuo. Tras regresar a Buenos Aires en 1794, pudo dedicar sus esfuerzos a difundir las nuevas ideas desde ese cargo. Su visión de futuro lo convierte en un predecesor de Rivadavia, de Alberdi, de los estadistas de la Organización Nacional (Mitre, Sarmiento, Avellaneda) y se anticipó, casi un siglo antes, a la Generación del Ochenta, liderada por Roca.Fue el único de su tiempo que escribió en forma sistemática acerca de la educación común como basamento esencial de la sociedad. Según Belgrano, no hay mayor desgracia que mantener al pueblo en la ignorancia ("y, por consiguiente, en la pobreza") para conservarlo en la mayor sujeción. Probablemente se desmayaría si supiera que dos siglos después aquella nación incipiente mantendría un 30% de pobres...

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