Alta Fidelidad. Mundial: el arte de ponerse la camiseta

Detalle de "Los 60 no son los 90", de Rosana Fuertes (1994-2022)

Es la noche previa a la apertura del irreal mundial de Qatar y en la radio suena, trémula, la voz chiquita de Cyndi Lauper, la primera aspirante sin éxito a suceder a Madonna, cantando su balada "True Colours". "Pero te veo a través de tus colores verdaderos/brillando/veo tus colores verdaderos y por eso te amo/por eso no tengas miedo de mostrarlos/tus colores son verdaderos y bellos como un arco iris", se le oye. ¿Podría haber sido esta muestra de pop nochentoso la canción de apertura de la competencia que cada cuatro años paraliza al mundo? Por supuesto, más cuando selecciones como las de Alemania y Dinamarca desafiaron la homofobia del Emir anunciando que lucirían un brazalete con los colores de la diversidad sexual, el arco iris LGTBI+. No lo hicieron, al fin. Y una vez que la pelota rueda es imposible detenerla. Pero la balada de Lauper va más allá de esta coyuntura socio-cultural. Si nos escolarizaron memorizando que la pintura es el arte de combinar los colores, cuáles fueron esos colores verdaderos que explotaron ojos adentro sino los del descubrimiento de las camisetas de fútbol, puras combinaciones de tonalidades que terminan por definir una idiosincrasia. Si no lo tuviéramos tan naturalizado qué otra cosa sería sino un espasmo abstracto eso de gritar "dale rojo" (¿Rothko?), por citar apenas un ejemplo. Todo es color en el fútbol como en la pintura. Se es del verde o granate, celeste, bicho colorado, bleu, verde-amarelo (¿Brasil o Van Gogh?) y así. Hasta los que crecimos con la televisión haciendo rayas como en una intervención de Nam June Paik veíamos nuestros colores en la pantalla blanco y negro.

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Nadie entendió mejor esto que Rosana Fuertes, una artista nacida en Mar del Plata cuyo nombre un tanto relegado vuelve justo a tiempo como un búmeran. Hincha de San Lorenzo, Rosana, ojo de artista, pudo observar en la cancha el fenómeno de dos extraños abrazados gritando un gol. Y cruzó el puente roto entre el arte moderno y contemporáneo con el fútbol que aporta un insumo muy alto a la cultura visual. Berni se había aventurado con "Club Atlético Nueva Chicago", botijas posando como profesionales que el MoMA se llevó por poco más de mil dólares en los años 30 y Pablo Suárez, su follower , retrató al mediocampista Marcelo Trobbiani (mi ídolo) en una pintura que pasó fugaz por una edición de Expotrastiendas y nadie sabe decirme dónde volver a verla. Pero el fútbol...

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