Alta fidelidad. Astor: piñas y aplausos en musicassette

Me lo está contando como antes, a la salida del Luna Park, la superficie redonda y humeante de una pizza a la piedra dispuesta entre los cuerpos. Como antes, hace mucho, hablamos de piñas, de trompadas, pero no de box. En perspectiva quedó el neón que, antes, hace mucho, señalaba el límite de la ciudad con su puerto cuando no era la entrepierna del*****A él todavía no le tocó vacunarse pero me cuenta que también fue destratado en octubre de 1969 cuando fue con las chicas de la facultad de Arquitectura (Piazzolla, la militancia, todo se reducía a una palabra: levante) a ver el Primer Festival Iberoamericano de la Danza y la Canción en el Luna Park. Destratado es una forma muy castiza de decirlo, por cierto. Hablábamos de trompadas aunque no fuera box y él, un hombre sereno, me decía que se había tenido que defender de los "conservas" que se habían abalanzado sobre la parte del público que se había puesto de pie para ovacionar a Amelita Baltar en su interpretación de "Balada para un loco" que el jurado integrado por Vinicius de Moraes y Chabuca Granda había elegido como finalista en la categoría "tango". Me cuenta que entonces el así llamado Palacio de los Deportes devenido vacunatorio (no precisamente VIP) se partió en dos: los que defendían la postulación del tango-canción de Piazzolla y aquellos que lo defenestraban como tango, como canción, como cualquier cosa que Astor hubiera...

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