El aliado que trae malos presagios

Hablar de fallidos podría ser una impertinente intrusión en la subjetividad de Cristina Kirchner. Mejor consignar, entonces, que ayer produjo una catarata de malentendidos. Dijo, en una condena que sólo puede compartirse, "No quiero parecerme a países (sic) que echan inmigrantes y dejan morir chicos en las playas". Pero planteó un misterio. ¿Estaba descalificando a su amigo Nicolás Maduro, que expulsa colombianos de la frontera occidental de Venezuela? La crítica también esconde una contradicción. Los sirios que llegan a las costas europeas huyen de las atrocidades de Estado Islámico, pero también de la tiranía de Bashar al-Asad, a la que la Presidenta recurrió para alcanzar el inexplicable acuerdo con Irán. Fue una inesperada interrupción en su infatigable lucha por los derechos humanos.

La maldición de la señora de Kirchner puede haber sido también inoportuna. Habló de niños muertos cuando el fallecimiento de un chico de 14 años en el Chaco, estragado por la desnutrición, estremece a la opinión pública argentina. Se llamaba Oscar Sánchez y había llegado desahuciado al Hospital Pediátrico de Resistencia, después de que en los sanatorios Néstor Kirchner y General Güemes no le prestaron asistencia. Una desgracia a la que la Presidenta no hizo referencia.

Comparada con esta distracción, calificar la lluvia como "una bendición" puede parecer una gaffe trivial. Aunque a Daniel Scioli, que la escoltaba, ha de haberle corrido un frío por la espalda. Es lógico. Las secuelas de las inundaciones no cesaron. Ayer, por ejemplo, fueron hallados muertos dos pescadores que hace dos semanas habían sido arrastrados por la correntada en General Belgrano.

Sin embargo, desde el punto de vista político, el síntoma más elocuente de que el Gobierno está procesando mal la información fue la incorporación de Lula da Silva al proselitismo de Scioli y Aníbal Fernández. El gobernador de Buenos Aires invitó al ex presidente a inaugurar una Unidad de Pronta Atención (UPA) que, a diferencia del malhadado centro chaqueño, no se llamará Kirchner: la bautizaron Lula. Ojalá el agasajado, que ya sufre dolores de cabeza en su país, no asocie su nombre a un escándalo extranjero. Porque el ex diputado Walter Martello acaba de entregar a Sergio Massa un informe que demostraría que, dada la escasez de recursos que se les han asignado, las UPA son objetos publicitarios imposibilitados de prestar servicios. La guerra electoral también llegó hasta allí.

Sumar a Lula parece un...

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