Alguien tenía que poner la cara

Dice Aníbal Fernández que, en adelante, atenderá sólo las llamadas de aquellos compañeros que solían buscarlo hasta hace unos días, cuando todavía no se había encontrado con esta reivindicación repentina y postrera que acaba de darle Cristina Kirchner al nombrarlo secretario general de la Presidencia. "El teléfono no para de sonar", acaba de contar en la intimidad. Está exultante. Los oportunistas o arrepentidos, esos que lo condenaron a la indiferencia durante su paso por el Senado, deberán hacer fila.

Que Aníbal Fernández haya vuelto a la primera línea de un gobierno que no se ha caracterizado por premiar a incondicionales habla más de necesidad que de gratitud. Es probable que el kirchnerismo, que hizo del discurso su principal desvelo, requiera en su etapa final de verdaderos comandos de la palabra. Aunque no siempre tenga la verdad de su lado. "Que Antonini Wilson venga a la Argentina a decir todo lo que quiera, así se termina el verso de que estuvo en la Casa Rosada", se envalentonó el senador el 19 de septiembre de 2008. Pero no fue necesario que el mequetrefe de alquiler volviera: un año después, el canal estatal le dio a la Justicia un video que lo mostraba en el Salón Blanco.

El regreso de este vocero de raza coincide con el momento de mayor desconfianza de una administración que se va. En la quinta de Olivos saben que los últimos cambios en la Secretaría de Inteligencia (SI) obedecen a que la Presidenta vio allí el origen de todas sus tribulaciones judiciales, pero también que el detonante fue el malestar que le provocó haber leído la entrevista que Antonio Stiuso, hombre fuerte e histórico de esa dependencia, le daba a la revista Noticias. Sintió entonces que algo se salía de madre. Sólo escuchar ahora a Héctor Icazuriaga, el leal santacruceño que abandonó esa jefatura, alcanza para entrever que persisten nichos ingobernables en esas oficinas. Obediente colaborador de Néstor Kirchner, Icazuriaga dice en privado haber hecho todo lo que la Casa Rosada le pedía en cuestiones operativas, pero que siempre será imposible manejar las capas más antiguas de la SI.

Estas urgencias políticas deberán además convivir con un modelo en recesión al que ya parte del kirchnerismo se resiste a defender en público. Es el momento ideal para reforzar la retórica. Hace muchos años, luego de verlo batallar al aire por radio, una compañera de trabajo de la jefatura de Gabinete le preguntó a Aníbal Fernández cuál era su técnica. "Ocupar el silencio con...

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