Alejandro Casona, un autor en el desván del olvido

Ante el estreno, en estos días, de una nueva versión de Prohibido suicidarse en primavera, de Alejandro Casona, mis jóvenes colegas de Espectáculos me preguntan ?puesto que soy el anciano de la tribu? quién es Casona, ni siquiera mencionado en los cursos de historia del teatro a los que algunos de ellos acuden. Se llamaba Alejandro Rodríguez Álvarez, nació en Asturias en 1903, de profesión maestro, y tras un largo exilio en América, y sobre todo en la Argentina, murió en Madrid en 1965. En los años 30 del siglo pasado figuraba entre los dramaturgos más importantes de su país, con grandes éxitos de crítica y público: La sirena varada, en 1934, y Nuestra Natacha, en 1936. La Guerra Civil Española de 1936-39 lo llevó a refugiarse primero en México (donde escribió, precisamente, Prohibido suicidarse?) y luego en Buenos Aires. Recibido aquí con los brazos abiertos, dio al teatro y al cine argentinos una cantidad imponente de títulos, muy aplaudidos y solicitados en su momento. Tal vez la pieza más memorable haya sido Los árboles mueren de pie, estrenada en 1949, mil veces representada y también filmada, el caballito de batalla de una inolvidable actriz característica, doña Amalia Sánchez Ariño. Las tres perfectas casadas (1941) mereció el honor de ser estrenada por otra Doña famosa, Lola Membrives. En 1944 Casona dio a conocer La dama del alba, y al año siguiente fue La barca sin pescador, ambas muy elogiadas.Acaso su mayor contribución al espectáculo argentino fueron innumerables guiones para películas exitosas: la firma de Casona parecía asegurar la repercusión popular, sin la mínima concesión a la chabacanería o la vulgaridad. Escritor pulcro y elegante, fue...

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