Alberto Manguel: 'La Biblioteca debe funcionar como una biblioteca'

Como pasa con quien vive afuera, primero se habla de los amigos. Los cercanos y los que viven en el exterior, con residencias móviles, en un nomadismo más bien civilizado, lejos de toda barbarie. Alberto Manguel volvió al país con varias excusas: la salida, ante todo, de su libro Una historia natural de la curiosidad (Siglo XXI); el discurso inaugural que dará hoy en la apertura de la Feria del Libro, y, desde luego, el cargo de director de la Biblioteca Nacional, que asumirá en julio. Ya busca departamento en Buenos Aires, que para él, como está prefigurado en su novela El regreso, es una ciudad de fantasmas.

La llegada marcará otra peripecia de su errancia. "Mi modelo del mundo es el campo de mi experiencia", escribe en su nuevo libro. ¿Y cómo se vive en una patria imaginaria? "Ah, si lo supiera? Me encontré en distintas situaciones que ahora son mi vida." Lo espera, dice, una nueva batalla: "Hacer que la Biblioteca funcione como una biblioteca".

Manguel, que llega desde Nueva York, no pensó nunca que tendría una vida de extramuros, y si no lo hizo fue porque esa vida de extramuros quedó para él naturalizada ya desde la infancia. "No me propuse viajar tanto, no me propuse vivir en varios lugares, no me propuse aprender varios idiomas. Sucedió. Pero yo considero que la generosidad de este mundo, que nos da tantas cosas al mismo tiempo, es más frecuente de lo que pensamos. Y yo creo que eso justifica una visión universalista de la patria. Ya dijo Borges que tenemos la elección de ser estrechamente nacionalistas o de ser universales. Y que no estamos obligados a mirarnos el ombligo."

-Como argentinos tenemos entonces identidades múltiples.

-Sí, tenemos identidades múltiples, pero curiosamente nos cuesta aceptar esa multiplicidad. Constantemente veo que volvemos a ideas estrechas, casi caricaturescas del argentino, en lugar de decir que podemos ser todos. Creo que la literatura nos ofrece siempre ese ejemplo de multiplicidad y de riqueza.

-Anota en el libro sobre la curiosidad que su biblioteca es como "el caparazón de un crustáceo". Ahora bien, ¿eso que se lleva con uno es material o más bien pertenece a la memoria, como era el caso de Erich Auerbach cuando escribió Mímesis?

-Las dos cosas. Yo diría que mi biblioteca es mi exoesqueleto. Y durante un tiempo, quince años, cuando vivía en Francia, tuve una experiencia extraordinaria, porque podía estar dentro de ese caparazón. Hace poco más de un año dejé Francia, vendí la casa y los libros...

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