Alberto Fernández, el oso y una hipérbole fallida

Adormecidos por las encuestas, algunos; sorprendidos por la emergencia, otros; desorientados, la mayoría. Lo cierto es que no son pocos los funcionarios que, en el mano a mano, allí donde se escuchan las confesiones del poder, exhiben un profundo desconocimiento del sector privado.La muestra más cabal es, quizás, una definición del presidente Alberto Fernández en una entrevista que publicó ayer el diario La Voz. Con tono de profesor, casi de comentarista de la realidad, intentó con la palabra graficar estos días de aislamiento. "La cuarentena es : se meten en una cueva y no salen en todo el invierno; cuando salen, el mundo está tal cual lo dejaron antes de hibernar", dijo.Con algún esfuerzo literario se podría decir que la expresión es una comparación metafórica que, por sus implicancias, es una hipérbole. Este recurso -la amplificación desmedida de una historia, un suceso o un evento- se podría aplicar a la trama del oso que hiberna y amanece en el mismo mundo que dejó cuando empacó sus cosas y se metió en la cueva. Pero claro, en la América Latina literaria no son pocos los lectores que corregirán a este cronista y dirán que se trata de un típico razonamiento que surge del realismo mágico. Un mundo igual al anterior, al menos en lo económico, es difícil de imaginar. Sería mágico que sucediera.Si algunas certezas hay dentro de este océano de preguntas sin respuestas es que después del aislamiento muchas cosas cambiarán. Ni hablar de aquellos resilientes hombres y mujeres del sector privado que volverán al mundo como si el oso amaneciera en el Ecuador, como para no ser extremo y ubicarlo en el Sahara.El sector privado está arrasado. La cuarentena y el freno a cero en la actividad nunca fueron cuestionados por, prácticamente, ningún actor social. El problema es que aquella vía que marcaba el sendero sanitario no tuvo su correlato económico.En este mes, los propietarios de inmuebles ya escucharon a los inquilinos confesarles sus imposibilidades de poder mantener el mismo valor. Unos y otros se miraron resignados y acordaron moderar sus obligaciones hasta que pase el invierno. Ambos saben que ya son más pobres hoy. Es posible que al Presidente le cueste pensar en esta relación de necesidad mutua que une al dueño de un inmueble con su inquilino, sea un comerciante, un cuentapropista o un particular. Antes de vivir en Olivos pasó su vida en un departamento que le prestaban en Puerto Madero. Amigos millonarios con departamentos ociosos son un...

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