Alberto Fernández, el comunicador imprevisible

Promediaba la primera reunión del Consejo de Asesores del Presidente cuando la socióloga y referente feminista Dora Barrancos le preguntó a Alberto Fernández: "¿Quién va a manejar la comunicación del Gobierno, así nos ponemos en contacto?". "Yo", le respondió Fernández. Sintetizó, en esa respuesta, lo que viene ocurriendo desde el regreso del peronismo a la Casa Rosada, el 10 de diciembre: la comunicación del gobierno de Alberto Fernández la ejerce el propio Alberto Fernández.Con un estilo desordenado, Fernández está intentando construir una figura presidencial que encaje con el ideal del presidencialismo que la sociedad espera de él. Esa construcción de la imagen y del poder contrasta, naturalmente, con la figura y las acciones de su antecesor, Mauricio Macri, pero sobre todo con la manera en que ejerció el poder Cristina Kirchner, cuya potencialidad es indisimulable en cada una de sus apariciones públicas como vicepresidenta.A su lado señalan que él tiene muy en claro cuál es su estrategia política y la ejecuta sin que muchos en el gobierno se enteren hasta los hechos consumados. Fernández necesita fortalecer su presencia política y construir poder en un tiempo de crisis, casi sin luna de miel. Y en esa lógica, hay menos intermediación en la comunicación para ganar la centralidad que consolide la presencia y el poder del Presidente."Él es el gran comunicador. Tiene un método radial de ejercer el gobierno y la comunicación, con lo cual no todos en su equipo saben todo, salvo el caso de Santiago Cafiero, en quien ve reflejada su imagen de jefe de Gabinete de Néstor Kirchner", señaló una alta fuente del gabinete de Fernández. En la Casa Rosada reconocen que no hay muchos en el Gobierno que interpreten su pensamiento ni quien pueda ocupar hoy su lugar para comunicar como él lo hace.Cuentan en la casa de los presidentes que muchas mañanas, bien temprano, funcionarios de extrema cercanía de Fernández se enteran de que está en medio de una entrevista en una radio cuando sintonizan la emisora o si alguien les advierte que está hablando. Eso, reconocen los laderos del jefe del Estado, es un estilo que difícilmente cambie y un reflejo de lo que ocurrió durante la campaña electoral. De todos modos, insisten en que hay más coordinación en la comunicación de lo que se percibe y que hoy da la sensación de ser muy desordenada. Hay desorden, admiten, pero por ahora no es un problema. También están los escépticos en la joven administración albertista: "No...

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