Alberto y Cristina: un conflicto de poder y pasiones con efectos imprevisibles

Alberto Fernández y Cristina Kirchner, el 12 de octubre de 2019. Otros tiempos

En las últimas semanas, el presidente Alberto Fernández ha sentido en carne propia el fracaso que le ha deparado la ambigua posición por la cual buscó brindar alguna señal de tranquilidad a los mercados por la vía del acuerdo con el FMI , procurando al mismo tiempo no enfadar a Cristina Kirchner ni poner en riesgo la unidad de la cada vez más inestable coalición gobernante. No ha logrado ni una cosa ni la otra.

Por un lado, el entendimiento con el Fondo Monetario fue considerado necesario para evitar un default con graves consecuencias, pero insuficiente como para despertar el interés inversor o para doblegar a la inflación; por otro, la relación entre el primer mandatario y la vicepresidenta de la Nación no ha hecho más que empeorar, al punto de considerarse virtualmente rota entre distintos dirigentes de primer nivel del oficialismo .

La difícil situación que atraviesa la relación personal entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner reconoce muchos antecedentes, entre los cuales las diferencias acerca del acuerdo con el FMI podrían ser consideradas apenas como un detonante. La gran frustración de la vicepresidenta y mentora en 2019 de la candidatura presidencial de su exjefe de Gabinete sigue pasando por el hecho de seguir procesada en varias causas judiciales por corrupción de las que esperaba estar sobreseída a estas alturas. Su malestar se profundizó con la derrota electoral del Frente de Todos en las elecciones legislativas de 2021.

El narcisismo cristinista le impide a la vicepresidenta un mínimo de autocrítica para explicar las razones de aquel traspié electoral. Toda la culpa, según ella y sus acólitos, es de un presidente de la Nación que no se subordinó a quien lo ungió como postulante a la Casa Rosada y con cuyas políticas descuenta que las próximas elecciones presidenciales ya están perdidas para la coalición gobernante.

En ese contexto, la estrategia cristinista pasa por sobreactuar sus diferencias con el jefe del Estado y sus principales colaboradores como un mecanismo de defensa, tendiente a preservar su capital político y, eventualmente, intentar refugiarse hacia 2023 en el distrito bonaerense, y en particular en el conurbano, donde la expresidenta conservaría un apreciable nivel de respaldo popular.

Los estrategas del cristinismo consideran hoy que Cristina Kirchner podría ser candidata a senadora nacional por la provincia de Buenos Aires , con...

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