Un ajuste en la alianza de poder

Cristina Kirchner le confirmó ayer a Hugo Moyano que así ya no encaja en la alianza de poder que integró con protagonismo estelar desde 2003.Lo bombardeó en público con una minuciosidad y acidez que pocas veces se tomó la molestia de ejercitar en los últimos tiempos contra un dirigente de la oposición. Como si hubiera esperado el momento con paciencia, le apuntó al líder camionero nada menos que en la cumbre de los industriales, ante quienes se mostró tan cómoda y conciliadora como nunca en sus cuatro años de gestión.Moyano se había ido del salón para no escucharla. Hace meses que no se hablan; sólo se tiran discursos por la cabeza. Pero esta vez el mensaje presidencial no entró en ambigüedades: le reprochó irónicamente a Moyano que le hubiera mandado "mensajes por los diarios", criticó las luchas por el encuadramiento de trabajadores patentadas por el líder camionero, hirió de muerte el proyecto de reparto de las ganancias que la CGT convirtió en bandera y dio señales de que apoya la idea empresarial de "responsabilidad" en la discusión salarial de 2012."Para ella, la relación personal con Moyano no tiene retorno", deslizó una fuente del entorno presidencial. Hay razones humanas y de estricta urgencia política para explicarlo.En las primeras, sobresale el fastidio de Cristina Kirchner por los reiterados reclamos públicos de la CGT y sobre todo por el que hizo Moyano en el acto sindical por el primer aniversario de la muerte de Néstor Kirchner. Cruzó un límite, dicen en la Casa Rosada. Lo acusa también de fogonear el conflicto en Aerolíneas Argentinas, que desnudó las grietas de una política que el Gobierno presentaba como un ejemplo de los éxitos del modelo económico kirchnerista.Pero la decisión de aislar a Moyano si no modera su perfil se edificó con trabajada anticipación. Con la oposición eliminada y el peronismo domesticado, Moyano se erige como el único poder político en condiciones de desafiar al Gobierno. El 54 por ciento de las elecciones le facilita a Cristina Kirchner llevarlo a un extremo. O se alinea y acepta sin estridencias el destino que ella le imaginó o podrá ser arrastrado a una derrota dura. El mensaje debería ser evidente: ella y sólo ella es quien maneja hoy los tiempos de la política argentina.En caso de resistirse, Moyano podría cumplir, sin desearlo, otro servicio al "modelo" en los días del ajuste: convertirse en el enemigo perfecto para descalificar y moderar las reacciones sociales adversas que previsiblemente causará la rebaja...

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