Y ahora..., ¿quién pagará la cuenta?

Un proyecto inviable. Una oposición unida por el espanto y el oficialismo que incumple una promesa de campaña. La economía argentina hace tiempo dejó de ser una ciencia de la escasez para convertirse en una ficticia tierra de la abundancia. Al menos desde la imaginación.

Legisladores que reparten impuestos que aún no existen, costos fiscales que se multiplican en un país con déficit y una emergencia económica pronta a festejar su primera fiesta de 15. Sí, 15 años consecutivos en los que las reglas de 2002 llegaron para quedarse. Como lo hizo el impuesto al cheque y la suba de 3 puntos del impuesto al valor agregado que iba a ser por un año y festeja ya varias décadas.

Los roles se invierten. Basta con ver la foto de familia de esta semana. El ex ministro de Economía junto a . , y , sólo por citar algunos. ¿Cómo se le explica a un inversor que el mismo hombre que hace poco más de un año amenazaba con publicar los nombres de los "ricos" que pagaban el impuesto a modo de escrache es ahora el mismo que celebra un proyecto que beneficia a los que supo denostar? ¿De qué manera se entiende que economistas del equipo de Sergio Massa que con elevada virulencia cuestionan el endeudamiento sean los mismos que ahora generan un costo de $ 64.000 millones a las arcas del Estado? O, por qué no, que el propio presidente de la Nación que prometió eliminar el tributo sea quien tiene que buscar una salida elegante para un proyecto que resulta imposible de llevar a la práctica en el corto plazo.

La respuesta es clara. En la Argentina el teorema de Baglini debería convertirse en ley. Es claro que el grado de responsabilidad de las propuestas de un partido o de un dirigente en nuestro país es directamente proporcional a las posibilidades de acceder al poder. Cuanto más lejos, más se radicalizan las expresiones de deseo; cuanto más cerca, más pesa la realidad.

Para cualquier desprevenido, la foto de esta nota puede ser la del índice Congreso, aquel indicador gestado por la oposición cuando el kirchnerismo había decidido matar al mensajero: intervenir el Indec y multar a los consultores. Por entonces los interlocutores eran los mismos, salvo que el denunciado era el propio Kicillof. Mensualmente aparecía el número con el que se comprobaba que los datos que difundía el organismo público eran de economía ficción.

"El Frente para la Victoria es el bloque que más cómodo está con el proyecto de modificación del impuesto a las ganancias que consiguió media sanción"...

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