Aguando la fiesta del Frente de Todos

Desde el domingo a la noche, cuando supimos que Alberto iba a ser nuestro presidente, vivo pendiente de él. Lo sigo, como dice la liturgia, "desde que sale el sol hasta el ocaso". Estoy atento a todo lo que dice y hace, a sus viajes, reuniones y gestos. Quiero conocerlo más y, sobre todo, averiguar qué corno piensa hacer con el país. Si algo ha guardado bajo siete llaves desde que fue ungido por Cristina son sus planes. Creo que le puso un cepo: "Si contás algo, fuiste". No me agrada que hayamos elegido a alguien que no nos dijo una sola palabra de su programa, pero prefiero eso a pensar que en realidad no tenía programa. Además, el peronismo siempre llega y da vuelta todo. Ese es el problema, Houston.Mirándolo a él voy intuyendo de qué va la cosa. Repasemos, por ejemplo, el festejo del domingo en el búnker de Chacarita. ¿Se acuerdan del anterior, tras las PASO? Tomó el micrófono y lo primero que dijo fue: "Aquí están los gobernadores. Con ellos voy a gobernar". Inolvidable oda al federalismo. Lástima que esta vez Cristina no dejó que los gobernadores subieran al escenario. Para peor, el telonero Kicillof se robó el primer plano, Massa estaba más durito que la Momia, Máximo hacía guardia como un mastín desde la segunda fila y el presidente electo trataba de asimilar que la provincia de Buenos Aires -reino del cristinismo- le estaba pasando factura por haberle dado la cabeza de playa del triunfo. De ese triunfo que, después de la formidable remontada del Gobierno, tuvo gusto a poco. Me voy a poner poéticamente cursi: Alberto supo ahí que no hay rosas sin espinas. Ahora me pongo vulgar: tremenda piedra en el zapato.Miremos sus viajes de esta semana. El primero fue a Tucumán, los pagos de Manzur, rodeado de dirigentes que tienen más expedientes que libros. Estrenarte con Manzur y con los invitados de Manzur no tiene nada de glamoroso. Entiendo que está tratando de constituir una base que lo sostenga, pero no tuvo suerte. Le podría haber tocado una provincia más amigable con la transparencia, donde el gobernador no esté vinculado con asuntos de los que no conviene hablar a la hora del desayuno. Estoy pensando en la Formosa de Gildo Insfrán. O en Santa Cruz. En su discurso, Alberto llamó a terminar con el hambre. Bien. Lo estaban escuchando los gobernadores kirchneristas de Chaco y Santiago del Estero, dos de los distritos con mayores índices de desnutrición.El segundo viaje es a México. Tampoco ahí la fortuna está de su lado: el presidente...

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