Aerolíneas, un mensaje para la Argentina gradual

La renuncia de Isela Costantini a la conducción de Aerolíneas Argentinas, decisión fundada según el comunicado de la protagonista en "motivos personales", merece ser interpretada según la lógica de dos respuestas elocuentes que, anteayer, casi como acto fallido, la propia ejecutiva daba a quienes en esas oficinas le expresaban sorpresa por la noticia. "Yo me enteré ayer", contestaba, y agregaba, ante la insistencia sobre hasta cuándo se quedaría en la compañía: "Hasta que consiga trabajo".

Lo decía con voz triste. Era evidente que no había imaginado estar frente a esa situación. La habían notificado el día anterior, después del mediodía, pero todo trascendió a los medios recién el miércoles, momentos antes de que ella convocara a sus gerentes para explicárselo. "A mí también me lo dijeron ayer", repetía a su vez Mario Dell'Acqua, designado reemplazante interino, mientras intentaba al mismo tiempo apaciguar dudas de dirigentes gremiales que lo consideran un recién llegado a esta industria. "Estuve en Techint, conozco la planta", llegó a enumerar.

Costantini arrastraba en realidad varios contrapuntos con la Casa Rosada. No había logrado nunca ponerse de acuerdo en el modo de administrar una compañía que, piensa el Gobierno, requiere un ajuste mucho más drástico y cualitativo que el que ella venía aplicando. Más allá de que ha conseguido reducciones de gastos reales y hasta mejoras como consecuencia de una combinación de méritos, cuestiones contables y factores locales e internacionales, Aerolíneas Argentinas es todavía el gradualismo dentro del gradualismo. Y estas divergencias con el poder central fueron cada vez más evidentes, a tal punto que la propia ejecutiva llegó a revelarlas a mitad de año, durante una de sus tantas conversaciones con miembros de la Asociación del Personal Técnico Aeronáutico, que conduce Ricardo Cirielli. Fue el día en que contó, en confianza, que había funcionarios de Pro sorprendidos por la escasa cantidad de conflictos gremiales que tenía la compañía. En el entorno de Macri, donde tallan Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, llegó a molestar tanta complicidad. Ahí todavía creen, por ejemplo, que por momentos Costantini se comportaba más como una aliada sindical que como la líder de una compañía sobredimensionada e inviable.

Y esta conclusión, que fue ganando peso dentro del Gobierno, quedó más de una vez corroborada desde el ámbito gremial, donde solía elogiarse permanentemente el camino elegido por la empresa...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR