Advierten sobre la 'crisis terminal' de las economías regionales

A veces la casualidad se satura de intención. Eso pasó ayer, cuando el economista de la Universidad Di Tella, Bernardo Kosacoff, repasó los números rojos de la industria alimenticia frente a un centenar de empresarios del sector. "¿Cómo aportar valor?", se preguntó sobre el final de su presentación. La filmina siguiente dio un modelo por seguir: el de Arcor. En la mesa de sus ejecutivos, simbólicamente ubicada en el centro de la escena, faltaba -sin embargo- la estrella más festejada en la tribuna: la del futuro presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Adrián Kaufmann Brea, que llegó sobre el final tras participar de la tradicional reunión de los martes de esa entidad.

La Segunda Jornada de Alimentos y Bebidas, organizada ayer por la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal), fue una muestra más de la victoria del kirchnerismo en la batalla cultural. Hubo por lo menos cinco maneras distintas de hablar de devaluación sin mencionar la palabra. Los empresarios conocen los motes del día después: "El club de los devaluadores", los llaman cerca de Axel Kicillof.

"Quieren un título para el diario y no se los voy a dar", respondió Kosacoff a la pregunta que hizo LA NACION sobre la necesidad o no de devaluar para devolverle competitividad al sector en un contexto de atraso cambiario impulsado por el Gobierno. "No hay un tiro de oro que solucione todo. La macroeconomía está desalineada y hay otras formas de devolver competitividad, por ejemplo, a través de mejoras fiscales", aclaró.

"Actualización", "adecuación", "corrección". Muchos sinónimos sonaron a la hora de hablar de devaluación, concepto que los directivos de Copal aclararon que no será suficiente para solucionar el estancamiento de la industria alimenticia y la "crisis terminal" de las economías regionales. Sí se encargaron de reclamar reglas de juego claras y previsibles, estabilidad macroeconómica, más diálogo, libre determinación de precios de alimentos y bebidas, y la derogación de la ley de abastecimiento. Pero además los panelistas invitados enlistaron otros problemas: competitividad, presión fiscal, costos logísticos y laborales.

"Parece un pecado hablar del tipo de cambio. No hablo de devaluar, sino de adecuarlo a la realidad económica y a la inflación del país", afirmó José Fernando Francisco Carbonell, presidente de Federcitrus. Atrás los números eran elocuentes: las exportaciones entre 2011 y 2015 de la mandarina (-58%)...

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