El adiós de Joan Baez

Leo en un diario español que Joan Baez ha dado en Madrid el último concierto de su carrera, a sus 78 años, y la noticia me lleva a mi infancia, a un disco de tapas negras de mis padres en el que se dibujaba el hermoso perfil de su rostro joven, tan despojado, puro y fuerte como la voz que en esa grabación en vivo desgranaba canciones en tonos menores con la sola compañía de su guitarra.También pienso en el libro que hace poco me regaló un amigo librero: Positivily 4th Street. The lives and times of Joan Baez, Bob Dylan, Mimi Baez Fariña and Richard Fariña, de David Hajdu, que recrea la relación que estas dos hermanas tuvieron a principios de los años 60 con dos jóvenes que querían abrirse paso con la música y las palabras en la bohemia de Greenwich Village, cuando el folk dejaba de ser cosa de anticuarios para convertirse en un arte vivo que expresaba los anhelos de una nueva generación.Abro el libro movido por la curiosidad de saber cómo se forja una personalidad como la de Joan Baez, capaz de hacer una carrera deslumbrante con absoluta naturalidad, anulando por completo la distancia entre la artista y la persona. Leo y la veo de pequeña en su casa de Menlo Park, California, jugando con su hermana Mimi, cuatro años menor, mientras su madre escuchaba música clásica en discos de pasta y su padre, el doctor Albert Baez, un físico mexicano, enseñaba en la Universidad de Stanford. Cuando Joan tiene ocho años, llega a vivir con ellos la tía Pauline, hermana menor de la madre, que escribía poesía, había estudiado danza con Martha Graham y viajado por Europa. Las chicas pasan las horas con ese espíritu libre, que trae a la casa el arte y la diversión. Al mismo tiempo, a instancias del padre, la familia asiste a las reuniones de un grupo cuáquero. "Allí entendimos básicamente la idea de que la paz es algo bueno", dirá Mimi.Tanto ella como Joan están interesadas en la música. Empiezan de chicas con el ukelele y pasan a la guitarra. Joan toma lecciones de piano, y Mimi, de violín. En 1954, cuando Joan tiene 13, Tía (así llamaban a Pauline) lleva a las hermanas a un concierto de Pete Seeger. "Joan me contó más tarde que después de ese concierto ella se miró en el espejo y dijo: yo también puedo cantar", dice Seeger en el libro. Las dos quieren cantar. Las dos tienen talento. Practican, cantan a dúo, compiten. Mimi, tímida, es muy bella. Joan se ve fea a su lado, pero es mayor y más lanzada. Cuando en 1958 la familia se...

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