Adiós al fin de semana

Sábado, 7 de la mañana. El despertador suena exactamente a la misma hora que lo hace durante la semana. Sólo que esta vez Federico Ruiz no tendrá que levantarse para dejar a las hijos en el colegio, a unas pocas cuadras de su casa. Le toca llevar y traer al más chico a un torneo de rugby en Berisso que empieza a las 10 en punto. El fixture hizo que a Lucas le tocara ser visitante a 60 km de su casa, en San Isidro, y hay que madrugar también el sábado. Contando el almuerzo con amiguitos pospartido, Federico calcula que con algo de suerte estarán de regreso a eso de las 4 de la tarde. Y recién ahí podrá empezar a disfrutar de su fin de semana. O casi. Porque acaba de recordar que esa noche, a eso de las 3 de la mañana, tendrá que buscar a su hija más grande a una fiesta de 15. Mala suerte. El fin de semana pasa frente a sus narices y el descanso se vuelve esquivo. Otra vez.

En lo que va de 2015 ya pasaron 47 fines de semana -incluido éste- y muchos padres se quejan de que casi no han disfrutado de tiempo personal o del tan anhelado descanso en pos de seguir la agitada agenda de sus hijos con actividades deportivas (muchas de ellas alejadas), salidas y cumpleaños donde es necesario acompañarlos. Sucede que la semana ya no alcanza y muchas actividades se extendieron hacia sábados y domingos, marcando como nunca el ritmo del tiempo ocioso de los adultos, que padecen el síndrome del descanso embargado. "Parece mentira: estoy toda la semana esperando que llegue el fin de semana y cuando llega, quiero que termine", reflexiona Federico, que aunque disfruta al ver jugar a Lucas, reconoce que a esta altura del año desea tener un día completamente libre de horarios, obligaciones y sin hacer de "chofer" de sus hijos.

Porque claro, si a la agenda de los chicos se les suman esos "pendientes" domésticos que suelen dejarse para otro momento, como ir al supermercado, ordenar la casa o lavar la ropa acumulada, el cóctel puede ser explosivo. La realidad es que varios especialistas ya están hablando del estrés de fin de semana como una manera de referirse a esta sobrecarga de obligaciones que surgen los días de descanso en los que, se supone, la gente debería recargar las energías perdidas durante los días laborales.

"Si la semana no alcanza algo está funcionando de manera equivocada. El fin de semana no debe ser una continuidad de las corridas semanales -advierte Adriana Ceballos, psicóloga y consultora familiar-. Somos los padres quienes decidimos y organizamos. Es cuestión de armar la agenda para que cada miembro de la familia logre...

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