Adele y la apuesta al número impar

Desde que Adele publicó su primer disco no pasaron más de siete años. Sin embargo, la fama alcanzada por su voz (único secreto de su talento y elemento no tangible donde se apoya absolutamente todo lo demás) da la sensación de que fuera una artista de larga trayectoria. Pero tiene apenas 27 años y tres discos publicados. El último, para ser fiel a la línea de los anteriores ( 19 y 21), toma un número como título y referencia: se llama 25.

Más largo que El camino de Santiago, esta producción comenzó con amagos desde hace tres años. En 2012 anunció que trabajaría en un nuevo disco, pero que todavía no estaba lista para publicarlo. Dos años después se habló de la salida del material. Pero su compañía aclaró que no sería del todo viable en terminos económicos y pospuso el lanzamiento para este año. Claro que no sería para el primer trimestre sino casi como un obsequio de Navidad. En octubre pasado Adele volvió a ser noticia cuando se refirió al inminente lanzamiento: dijo que si el segundo CD había sido de "ruptura" este nuevo podría ser de "reconciliación".

El día elegido para el estreno mundial fue el último viernes. 25 por fin estaba en las bateas como tótem de futuros nuevos records de venta. La lógica de Adele no necesariamente pasa por allí. De hecho, si la rentabilidad hubiera sido el único motivo, la placa habría estado en las calles aquel mismo 2012 (el año del fin del mundo ¿se acuerdan?).

Todas los letras le pertenecen y las músicas a varios colaboradores. Hay diferentes nombres, desde los que sólo son conocidos en la trastienda del mercado de la música hasta los que ya ganaron cierta notoriedad.

En "Hello", la primera de las canciones de 25 la cantante memora años de "juventud y libertad" y se refiere a viejas heridas. El tercero se llama "Send me love". En el quinto, acompañada apenas por un piano, se pone más optimista y habla sobre un remedio ("Ningún río será para mí tan...