El acuerdo político que necesitan todos

"Tuve dos maestros en mi vida política: uno fue Perón y el otro fue Alfonsín -escribió alguna vez Antonio Cafiero-. Aprendí que un buen político es el que tiene sueños y yo advertí inmediatamente que Alfonsín los tenía. El que sueña solo sólo sueña. El que sueña con otros hace historia. Alfonsín soñaba con otros." Da pena recordar que el peronismo tuvo alguna vez cuadros tan democráticos, cultos y brillantes, sobre todo cuando uno los contrapone con el autoritarismo histérico y la rancia mediocridad que, salvo honrosas excepciones, cunde hoy en ese acuario.

"Patria o Davos" fue la consigna que llevaron algunos "muchachos" al encuentro de Santa Teresita. "No me abrumen con tanta inteligencia, compañeros", se habría reído Antonio. Esa reu-nión de intendentes, sin embargo, tuvo la virtud de romper el estrés postraumático del tormento cristinista, y producirle un revés muy sonoro: "Haber perdido la provincia de Buenos Aires fue imperdonable", dijo alguien, y los demás asintieron. A los pocos días, los gobernadores dieron un paso más: "Fue la peor derrota electoral de la historia". Ese diagnóstico, que es una obviedad para cualquier persona mínimamente informada, era hasta ahora impronunciable para los atribulados dirigentes justicialistas. Que oían la palabra "Cristina" y tenían el reflejo condicionado del latigazo. Algunos de ellos, al salir de la Casa Rosada, admitían por lo bajo esta semana que nunca los habían recibido tan rápido y tratado tan bien en doce años de gobierno peronista. Paradojas de la metodología del maltrato y la billetera.

La reina de El Calafate y sus simpáticos alfiles taladraron por teléfono a intendentes y gobernadores para que el peronismo deshiciera sus encuentros y profundizara su intransigencia. Creyeron que el acto reflejo seguiría siendo efectivo, pero resulta que ya no tienen la caja para seducir con billetes ni los servicios para amenazar con carpetazos. La rueda gira en el vacío, y el sortilegio flaquea.

Una cierta confirmación del encapsulamiento en que viven los talibanes redobló el espanto de los peronistas clásicos: ellos estaban preocupados por los fondos y la coparticipación; el cristinismo les imponía una estrafalaria agenda de repudio a la detención de Milagro Sala, los despidos de militantes y ñoquis, la situación de Víctor Hugo y la intervención de la Afsca. Un verdadero choque de culturas entre un partido pequeñoburgués con ínfulas izquierdistas y un movimiento pragmático y realmente popular.

Los que...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR