CS Acordada 36.09 Al principio era el diseño.

AutorRodolfo Capón Filas

“Nada existía. Solamente la inmovilidad, el silencio, en las tinieblas. En la loche. Sólo los Constructores, los Formadores, los Dominadores, los Poderosos del Cielo, los Procreadores, los Engendradores, estaban sobre el agua, luz esparcida. Entonces vino la Palabra…decidieron construir al hombre…”

Anónimo (1979: 13)

“Al principio existía la Palabra y la Palabra estaba en Dios y la Palabra era Dios”

Juan (1972:177)

[NO INCLUYE GRÁFICO]

  1. A partir de la Acordada 36.09 de la Corte Suprema, mencionada por la Cámara Federal de la Seguridad Social, Sala II (voto en minoría en el caso “Capa” , 16.10.2009) 1 ha retornado a nuestras esferas el mal denominado “orden público económico” como si fuese un “deus ex macchina” que solucionará todos los males. No se tratará ya de “dar la razón a quien la tiene” sino de “denegarle la razón o otorgársela parcialmente, por la situación del país”. Es decir, se consolida en el Alto Tribunal la emergencia cuasi eterna (que tánto molestaba a Germán Bidart Campos y que gratificaría a Jorge Luis Borges como una de las formas sofisticadas de eternidad, al lado de la permanencia constante de michos dirigentes sindicales y políticos)

  2. Si suponemos como hipó-tesis que todo edificio, antes de ser habitable, necesita cimientos fuertes, nervaduras, cemento, cables, debemos aceptar que precisa un plano. “Si queremos que un buque amarre a un puerto, primero debemos proyectarlo y construirlo. Finalmente, el buque llegará” Etzioni (1980: 740)

    Del mismo modo, toda sociedad necesita un diseño, un pro-yecto, antes de ser vivida. Caso contrario, no es una con–vivencia entre personas sino un caos o una lucha constante entre ellas.

    Por eso, quienes sostienen, como Lorenzetti (2009:1) que en caras al Bicentenario son necesarios pequeños y no grandes acuerdos, se equivocan. ¿Acaso la Constitución Nacional no es fruto de un gran acuerdo? ¿Acaso el Plan Fénix y el Diálogo Nacional no son grandes proyectos? 2

    El actual Presidente de la Corte Suprema y quienes opinan como él (entre ellos los K) no distinguen entre programa de un gobierno (tal vez apoyado en pequeños acuerdos) y Modelo de País, surgido del consenso nacional.

  3. Ciertos economistas, incluso algunos enrolados en el neo-marxismo, parten del di seño económico como programa necesario y único para el crecimiento, sin importarles en absoluto las personas que quedan fuera del sistema. La economía se presenta como la única ordenadora de la sociedad, con los resultados negativos de los leprosarios sociales. Kurz (1989, 30). Describirlos no es necesario en este aporte porque los mismos saltan a la vista. Para tales pensadores y quienes los siguen, el diseño, por un lado genera productos y por el otro arroja desechos. Los productos son necesarios, convenientes o útiles. El problema surge con los desechos: ¿dónde se los guarda? Dado que no se los puede matar impunemente, ya que todavía la conciencia ética de la humanidad o, en todo caso, la conveniencia política lo impide (o dificulta), los gobiernos, en general subordinados a las grandes diseñadoras del mundo, las empresas trans-nacionales, inventan guerras, una tras otra, enrolando a los desechos como soldados, como hacían los jueces de paz con nuestros gauchos para mandarlos a morir en la famosa “Conquista del Desierto”, verdadero genocidio.

    La economía, así vislumbrada, se presenta como la verdadera “partera de la Historia” pero no para todos como soñara Marx sino para pocos, generando productos y desechos. A tal punto el diseño así entendido tiende a dominar la vida humana, que para lograr células madres, la bio-tecnología ya no habla de embriones (seres humanos en gestación) sino de pre-embriones, objetos de los que se puede disponer por considerarlos no humanos. Utilizados, son arrojados a un mero recipiente que el basurero transporta al sumidero correspondiente. Una vez compactado, sobre él se edificarán barrios enteros sin advertir que se han levantado sobre vidas humanas asesinadas por el diseño.

  4. No se trata de averiguar si el Derecho importa más que la economía.

    La pregunta es otra, muy distinta: ¿cuál es la legitimidad del diseño para pocos? ¿Ha sido elegido democráticamente? Como la respuesta es negativa, este diseño carece de legitimidad ya que nadie en su sano juicio acepta que los desechos fundamenten nuestra civilización. ¿Alguien se animará a sostener que...

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