Se acabaron el cash, las expectativas y el sentido común

creía que para gobernar había que tener cash y generar expectativas. A se le acabaron al mismo tiempo la plata y el futuro. La combinación entre un http://www.lanacion.com.ar/1658152-axel-kicillof-dice-que-hubo-un-ataque-especulativo-muy-fuerte-y-admite-que-estan-preocupados, un proyecto derrotado y sin herederos, una desembozada guerra peronista por la sucesión, un fuerte descrédito internacional y una creciente desconfianza de una sociedad enfrentada una vez más a la pesadilla del dólar y la alta inflación, forman esta "tormenta perfecta" que azota el velero kirchnerista.Una cosa es profundizar el modelo y otra muy distinta es hundirlo. En esta extraña tarea de autodestrucción estuvieron empeñadas desde hace por lo menos tres años las sucesivas gestiones económicas de la Gran Capitana. Como reconocer errores y negligencias no les parece de buen gusto, apelan ahora al truco más viejo de todos: pérfidos poderes conspiran contra los buenos.Esa conjura tiene dos frentes: el externo y el interno. Sigamos el razonamiento oficial: ¿el mundo le bajó el pulgar a la Argentina? Algunos ministros de Cristina bordearon estos días esa idea suicida y extrema. El argumento autoexculpatorio es muy tentador y sugiere que "los poderes concentrados" quieren castigar a una economía "emancipadora y popular". La realidad, sin embargo, parece un tanto rebelde a esas fiebres. La adulteración de las cifras oficiales, el cepo cambiario, la inflación galopante, las bravuconadas nacionalistas, las diversas prepotencias contra naciones y empresas, y una política exterior ensimismada no han mejorado mucho la marca Argentina. Esta semana, nuestro gobierno brilló por su ausencia en el Foro Mundial Económico de Davos y allí se supo que somos uno de los países peor calificados del planeta. Nueve de cada diez gerentes generales de las compañías que operan en nuestros pagos tienen mala espina sobre la marcha de sus propios negocios. Y trascendió que para la comunidad económica a los argentinos ya no nos caracteriza el buen vino ni la soja, sino nuestra baja calidad institucional. ¿Quiénes infligieron este daño tremendo? ¿Los pragmáticos inversionistas que han resuelto no invertir un dólar partido por la mitad, o la administración pública nacional que creó estas tristes condiciones?Otra señal posible para entender cómo nos ven afuera se encuentra en el flemático estupor con que los miembros del Club de París tomaron la brusca presentación de . Este mismo gobierno tenía arreglada de...

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