Abdicó el rey

Con el corazón en la mano logró sanar las heridas y abrazarse con fuerza a un sueño que quedó más cerca que nunca. Una década y media después de su única coronación, la pasión de La Plata le permitió librarse del estigma por las frustraciones en semifinales (perdió las tres que había disputado hasta aquí: en 1998, 2007 y 2009) y conseguir por primera vez su lugar en la gran final. La definición de la URBA se contagió de fiebre amarilla con la épica victoria ante el monarca Hindú (24-22). Los Canarios acabaron con la monarquía del conjunto torcuatense, vengándose –en algún sentido– de la derrota padecida la temporada pasada en esta misma instancia (15-17) y de la secuencia de cuatro traspiés consecutivos.El ejército de guerreros platenses derrrochó bravura desde el kick-off. Con abrumadora intensidad, vehemencia en las situaciones de contacto, presionando y tackleando con pasión, los ganadores tomaron rápido el comando de la situación. Lastimaron sin piedad y en pasajes importantes. Dos tries en menos de diez minutos, ambos a partir de explosivos relanzamientos desde pelotas recuperadas, dejaron el defensor del título en una situación apremiante. La extraordinaria tarea de la tercera línea (Oviedo y Gentile en un nivel superlativo), el despliegue de Guille Roán y la homogeneidad de la primera línea, fomentaron la preeminencia de los anfitriones, que impresionaron con la holgada ventaja de 24-0, establecida con la buena conquista de Gentile.Aturdido y casi sin respuestas, Hindú anduvo desorientado la mayor parte del primer capítulo; no pudo hacer pie en la obtención y nunca alcanzó una fiable precisión. Una señal de la impaciencia se advirtió en la amonestación al capitán Senillosa, por protestar. Pero justo antes del descanso, el inquietante Agulla –adalid de las estocadas ofensivas– consiguió alumbrar la recomposición.El descuento del wing hizo reaccionar al campeón, mientras que los platenses empezaron a mostrar cierto decaimiento; al menos eso quedó muy en evidencia con la recaída del vigor en su accionar. Progresivamente, en su torbellino, los de Don Torcuato redujeron las diferencias. El Zorro Díaz Bonilla remató dos profundas maniobras colectivas, después de otras oportunidades de peligro desperdiciadas. A unos 20 minutos del epílogo, la proximidad en los números (24-19) y el fervor con el que ambos protegieron sus ambiciones, trajo una densa expectativa. En la última parte, la propuesta de juego la impuso Hindú, mientras que La Plata expuso su...

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