Illinois y La Plata

La economía de la Argentina se encamina a contraerse algo más de 2% en 2014 y a lo sumo a permanecer estancada durante 2015, aun en el caso optimista en el que se logre una resolución favorable con la deuda. Más allá del muy mal bienio 2014-2015, los problemas de crecimiento no son nuevos: la Argentina creció durante las dos presidencias de Cristina Kirchner a un ritmo anual de apenas 1,4%, muy por debajo de la tasa de 3% anual a la que se expandió la región.El cepo cambiario, el descontrol fiscal y la masiva emisión de dinero jugaron un rol importantísimo en el pobre crecimiento que mostró la economía de la Argentina en el último lustro. La necesidad de resolver estos desarreglos no genera hoy demasiadas controversias ni entre economistas ni en los políticos de la oposición que aspiran a la presidencia. Sin embargo, al hablar de la cuestión fiscal únicamente desde el punto de vista de su impacto monetario se esquiva una parte sustantiva de la discusión que en forma desordenada propone Cristina Kirchner cuando, por ejemplo, plantea que el satélite ArSat-1 no existiría si ella no hubiera sido electa. Unos pocos le han respondido acerca de los usos alternativos para el Estado de los US$ 270 millones que costó construirlo y ponerlo en órbita. Y nadie ha esbozado un plan alternativo que contemplase mantener esos fondos en los bolsillos del sector privado.Debatir acerca del rol y del tamaño del Estado en la economía sería muy interesante, ya que aún en medio de una impresionante recesión acompañada de un fuerte incremento de la inflación, es decir, en medio de un programa económico que no funciona, es muy difícil escuchar a algún candidato a la presidencia cuestionar la presión impositiva y la baja productividad del Estado en su rol de proveedor de servicios públicos. Es lógico: sumergirse en esas cuestiones podría resultar algo incómodo. Si la presión tributaria es alta, el gasto también lo es. Y si la presión tributaria disminuye, el gasto también debería hacerlo. Y mientras el gasto produce satélites y empresas "nacionales" palpables y "de bandera", los costos asociados al aumento del tamaño del gasto son algo más inasibles. Después de todo, el Gobierno resuelve muy fácil esa discusión: la inflación la generan los oligopolios, aunque en los años 90 fabricas en deflación.Que el Gobierno acepte además que existe alguna relación entre cómo recauda impuestos el Estado y la falta de dólares sería aún más difícil. Sin embargo, esa relación no es tan complicada de...

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