En Miami, lecciones de kirchnerismo

Acabo de volver de Miami, ciudad que, como todos saben, no me gusta. Ese calor, esa humedad, ese mar con algas y sin olas, esa fiebre de turista sudaca de invadir los malls, esas parrillas argentinas con carne uruguaya...Es como que voy mal predispuesto. Pero esta vez el motivo valía la pena: me invitaron a dar una conferencia a la comunidad latina sobre cómo hicieron y para transformar el país en sólo una década . Los organizadores del evento tienen la ilusión de que el sur de la Florida deje de lado el capitalismo y sus secuelas de pobreza y hambre, y evolucione hacia un modelo más inclusivo. Tipo el nuestro. Yo dejé mi semilla, pero no fue fácil. Debería haber previsto que la conferencia iba a ser invadida por buitres.Por suerte, llegué en un vuelo de Aerolíneas, muy descansado. Cuando supo que viajaba, me consiguió un lugar en clase ejecutiva. "Los revolucionarios modernos vamos en business", me dijo. Sé que Aerolíneas pierde casi dos palos verdes por día, pero es una empresa abierta a las necesidades de los cientos de camporistas que tenemos que recorrer el país y el mundo. Además, te sentás y empiezan a llenarte de alta literatura: Tiempo, El Argentino... Con qué interés los leía un gringo que iba al lado mío. Se ve que está asqueado de la prensa hegemónica de Estados Unidos.La conferencia se hizo en un gran hotel del downtown. Los argentinos eran mayoría, pero también había muchos venezolanos. Pude comprobar el sesgo exportador del régimen bolivariano: es incesante la exportación de venezolanos a Miami. Fui presentado como "un asesor de la presidenta Cristina Kirchner en temas de comunicación", lo cual un poco me ofendió porque a la señora también le gusta escuchar mi opinión sobre otros temas. Por ejemplo, fútbol.Expuse sobre el modelo en forma sencilla, para adaptarme a una audiencia que no tiene acceso, como nosotros, a cadenas nacionales que son clases abiertas de historia, sociología, economía y muchos saberes más. Mi público era gente intelectualmente envilecida por el discurso monocorde de presidentes que, como Obama, jamás les hablan del precio de las milanesas rebozadas o de los efectos afrodisíacos de la carne de cerdo. Pobres, a ellos les habla un político. A nosotros, una arquitecta egipcia, una abogada exitosa, una hotelera, una experta en finanzas internacionales. En fin. Me parece que al menos asimilaron la parte sustancial de mi mensaje: la fuerza transformadora de un modelo capaz de cambiar de raíz la ecuación económica de la...

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