San Lorenzo pelea contra sí mismo

Es tiempo de peleas. Esas que desgarran y dividen, como las políticas, entre los malos y los no tanto. Esas que entretienen y conmueven, como las del boxeo, sostenidas por un estilista de maravilla. San Lorenzo está en el mismo asunto. No es kirchnerista, ni siquiera de la oposición. Nada tiene de Sergio Martínez, en la noche de Liniers. Lo suyo es pelearse, luchar contra sí mismo, en vivo y directo, bajo las nubes y la lluvia, en la tarde del Bajo Flores. En ese contexto, en el reino de la conspiración interna, en la selva del desorden global, resulta un alivio el 1-1 conseguido contra el prolijo Godoy Cruz, apenas a diez minutos del final. Un punto mezclado en la batalla interna, en la que cada cual atiende su juego.Los pibes corren. Eso es bueno: siempre van para adelante. Son varios pibes: Villalba, Navarro, Kannemann y Correa más tarde. Ninguno es crack, ninguno lleva el envase del futuro, pero a todos les sobra amor propio y una actitud avasallante de los que recién empiezan. Sin embargo, tienen un problema: tanto insistir y meter, que destrozan cualquier táctica. Viven del desorden, subsisten en el desequilibrio.Los grandes se marean. Mientras los chicos hacen un curso acelerado de atletismo, los experimentados se quedan sin nafta ni bien se levanta el telón. Andan en otra sintonía: Piatti, Kalinski, Mercier y Alvarado no representan la última generación. Se marean en el vértigo de los purretes. Stracqua es un caso aparte: sufre la tarjeta roja por un choque contra Sigali. El juez Silvio Trucco, de flojísima tarea, imagina un codazo. La gente, en ese momento, comprende al árbitro: los silbidos son para el artillero sin gol.Eso ocurre a los 37 minutos. Tres más tarde, un envío de José Luis Fernández encuentra el sutil cabezazo de Obolo, una celebración respaldada por la quietud del arquero Matías Ibáñez. El Ciclón está perdido, aunque la diferencia entre lo que se ve y lo que refleja el marcador es abismal: un rato antes, un derechazo de Lértora choca contra un palo y un cabezazo de Sigali lo devuelve el travesaño. Podría haber sido mucho peor, debe de estar reflexionando el Ciclón, mientras otra corrida vertiginosa de Villalba acaba con un zurdazo cercano.La lluvia, de pronto, cae con desesperación. El cielo no lo ayuda a San Lorenzo, que no ve la luz por ningún lado. Juan Antonio Pizzi arriesga con Julio Buffarini (un discreto futbolista, aunque su espera en el banco de los suplentes se asemeja a una exageración) por Fernando Meza, un defensor. San...

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