Marginales y conmovedores

Una de las autoras más emblemáticas del teatro inglés de la década del 50, Shelagh Delaney, regresa a la cartelera porteña por medio de su texto tal vez más divulgado y provocador. Sabor a miel se estrenó en Londres, en 1958 y en Nueva York, en 1961. A partir de ahí alcanzó un reconocimiento notable porque puso en el centro de la escena a un grupo de marginales y de una manera muy conmovedora. Les pintó un exacto cuerpo, les puso una dolorosa voz y los proyectó al mundo donde obtuvieron un impresionante reconocimiento. La pieza fue escrita en solamente dos semanas.Una madre desesperada por alcanzar el bienestar a cualquier precio, una hija noble que la padece y no quiere parecerse a ella. Una pobre habitación en un viejo hotel. Y tres hombres que rondan ese ambiente: el amante de la madre, un marinero con quien la joven tiene una pequeña historia de amor y un amigo homosexual que contiene a la muchacha hasta donde sus posibilidades se lo permiten.El cuadro es muy devastador por momentos, aunque puede escapar de ese lugar si quien lleva el texto a escena tiene la sensibilidad suficiente como para hacer de esas criaturas, no unos seres perversos y desatinados, sino unos hombres y mujeres que han perdido la pasión y cuyo rumbo va a la deriva. La mayoría de ellos tienen una esperanza aún y ese es un eje muy atractivo para desarrollar.Por ese camino se completa la puesta de Lizardo Laphitz. El director es muy exhaustivo a la hora de plantar a esos personajes sobre el escenario. Les marca los rasgos exactos para exaltar sus contradicciones y esto los...

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