400 años de Molière. Hace cuatro siglos nacían la ironía francesa y la maldición del color amarillo en el teatro
Molière en el papel de César, en la obra "La muerte de Pompeyo", del autor Pierre Corneille. pintado par Nicolas Mignard (1606-1668). El cuadro está en el Museo Carnavalet de Paris
Dicen que el 10 de febrero de 1673 Molière usaba un traje amarillo cuando se desplomó en el escenario en plena función de su última obra, El enfermo imaginario . Tenía una tuberculosis avanzada, desoyó el consejo del médico de quedarse en la cama y en la cuarta representación de la pieza sufrió un ataque en escena y fue llevado de urgencia a su casa de la rue de Richelieu vomitando sangre, para morir unos días después. Tenía 51 años.
El color del traje parece apenas un detalle en esa función trágica pero no lo es: desde entonces el amarillo ha pasado a ser un color maldito para el teatro y los actores, augurio de mala suerte y prácticamente prohibido en escenografías y vestuarios para no convocar a la mala fortuna.
Hay algunas teorías que dicen que Molière en realidad no estaba vestido de amarillo sino que su traje era de color amaranto, un rojo muy intenso, o verde, color mufa en Francia, pero este enigma irresuelto cae dentro de las generales de la ley cuando se trata de la vida del gran autor, director y actor nacido hace hoy 400 años (el 15 de enero de 1622) y creador indiscutible de la Comédie Française. Con una vida y una muerte teatrales y llenas de misterio, la maldición del amarillo lo sobrevivió junto a un conjunto de obras inmortales que componen una ácida crítica de la sociedad del siglo XVII. Hoy, todos los actores sueñan con interpretar una obra de Molière pero ninguno en sus cabales se vestiría de amarillo el día del estreno.
Luis XIV y Molière desayunan juntos. Pintura de Jean-Léon Gérôme, de 1862.
La última función
Controvertido, amado y odiado por igual, Molière era muy popular cuando escribió y protagonizó El enfermo imaginario pero él mismo se sentía muy enfermo y seguramente presentía que se acercaba el final. Lo atormentaba además no contar ya con el favor del rey Luis XIV, su ex benefactor, que había volcado sus preferencias hacia otros compositores. Con ese estado de ánimo y su fina ironía siempre a punto, escribió la historia de Argán, un hombre acosado por el miedo a las enfermedades, una esposa que quiere su dinero, una hija enamorada y un médico inescrupuloso, que representa una sátira de la medicina a la vez que un profundo análisis psicológico de la hipocondría. Argán, de hecho, trata de convencer a su hija de que abandone a su...
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