El vaciamiento

Hace años, demasiados ya, cuando el descascarado segundo ciclo de Alfio Basile anticipaba el hundimiento, se advirtió que el tic tac de la bomba estructural no pensaba detener su cuenta regresiva. Desde entonces se eligió construir castillos de naipes bajo pronósticos de temporal. Con la Argentina se desatendieron cuestiones básicas y el desfiladero condujo al precipicio. Hoy la selección está anclada en su peor crisis desde que, en 1974, se entendió que un proyecto era la pieza basal para el despegue. Detrás del derrumbe en Sudáfrica 2010, La Nacion argumentó 10 razones por las que entendía que había llegado el momento de la refundación. Lejos de rescatar a la selección de varias temporadas de desamparo, las grandes transformaciones volvieron a desestimarse. Ese nuevo rumbo debía incluir a su cerebro, Julio Grondona, pero se sabía que esa pretensión caería en una ingenuidad.La Argentina volvió a quedarse rumiando. Ahogando penas. Rastrillando culpas, cuando en realidad los responsables brotan a simple vista. La prematura eliminación en los cuartos de final de la Copa América dejó un campo arado. El seleccionado está vacío, de concepto y de victorias, pero más grave aún, de esperanza. La Copa América se llevó todo. No quedó nada: ni un título que corte los agobiantes 18 años de sequía ni el desarrollo de una identidad colectiva ni confirmaciones individuales ni el aprovechamiento de Lionel Messi ni un entrenador capaz de echar raíces creíbles ni el postergado reencuentro con los hinchas. La Argentina ha quedado escuálida y despavorida en un caldero hirviente, justo en la antesala de las eliminatorias que comenzarán en octubre. Otra locomotora arrolló al conjunto albiceleste. Le arrebató las contadísimas virtudes, las recortadas ilusiones e impregnó de desconfianza y bronca ese sótano en el que la selección aprendió a marchitarse.Una identidad en ruinasHasta aterrizar en la Copa América, la Argentina al menos defendía una búsqueda: los recorridos pulidos y la intención de que el toque fuese el vehículo esencial para avanzar en el campo. Quedaba bajo observación la necesidad de romper con cierta modorra para enriquecer una propuesta que ponía demasiado acento en la pausa. La otra cuenta pendiente estaba en el extremo opuesto del campo: la presión sobre las pérdidas y los reagrupamientos defensivos. Los déficits se acentuaron hasta el límite del espanto. Y lo poco rescatable se diluyó progresivamente hasta caer en la desesperación, con expresiones tan...

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