Autodestructivo

Quedaban varios minutos para el final, y como lo que producía River no dejaba de ser rocoso para la vista, la mirada se va de la escena y enfoca otra situación, ya más significativa que cualquier otra acción: la gente de River que se amontonó en el sector visitante insultaba al técnico Juan José López en su pedido para que ingresara Mariano Pavone. Pero seguía en las tribunas, aun cuando ya ni siquiera estaba el tibio sol para evitar la deserción que se merecía el desencanto futbolístico. Se podía entender el estoicismo de los hinchas millonarios, que esperaban en vano que alguna jugada, o al menos un futbolista, justificase esa ilusión que nunca se pierde y que sostienen otros equipos más que el propio. De no creer. Estudiantes, desentendido de las tensiones de su rival, estaba hecho y satisfecho al haber rescatado un punto aun sin buscarlo; River volvió a transmitir impotencia y frustración por haber jugado como si se tratara de un equipo autodestructivo, desorientado y condicionado hasta la última fecha para saber si jugará o no la Promoción.A pesar de la necesidad de ganar y de depender de sí mismo, River acumuló su cuarto empate de los últimos seis partidos (además de dos derrotas). La ensalada de cambios que viene ensayando en las últimas fechas Juan José López sigue. Retocó y movió piezas, pero esta vez la maquinaria se extendió más de la cuenta. Al menos esa sensación dejó un equipo que jugó con cinco defensores y dos volantes de contención, uno de ellos Carlos Arano, al lado de Matías Almeyda. Arrancó con Leandro Caruso solo de punta y dos enganches que volvieron a naufragar en esa función: Erik Lamela y Manuel Lanzini. Si Lamela intenta solo y pierde en el mano a mano, no sirve. Si Lanzini no se le suma. Si alguno del medio campo no se les acerca y si por los costados sólo Paulo Ferrari se muestra como descarga, a los enganches se les vuelve difícil realizar algo productivo.La inferioridad numérica en ofensiva fue evidente y marcada en River. Cuando desbordó a su rival fue por dinámica, porque su medio campo luchó sin renuncios, pero jugó poco. Siempre resultaron desequilibrios individuales en lugar de una progresión de conjunto. Y era lógico si se tiene en cuenta la elección de Jota Jota dispuesta para este encuentro. A pesar de todo, el destino se puso en favor de River. Fue por ese gol de Ferrari (remate desde fuera del área, tras capturar un rebote, que se le metió...

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