Werther de Jules Massenet

AutorAlberto José Baez Garbarino
CargoProfesor Universitario en Filosofía
La estética musical romántica

Existen períodos en la historia del arte donde podemos identificar en ellos ciertas constantes que se repiten y que nos hablan de un carácter propio y único de los mismos, que forman una verdadera “síntesis cultural”. El siglo XIX reúne ciertas constantes, en el arte de la música, que hacen de él poder definirlo como “el período musical romántico”. Y así lo caracteriza -Yehudi Menuhin- y -Curtis Davis-:

“El Período Romántico, que se extendió desde el año 1800 hasta nuestro propio siglo, recibe a veces de los historiadores alemanes la denominación Sturn und Drang (aproximadamente –tormenta y angustia o tensión-), y con esa amplia designación se refieren a levantamientos políticos, transformaciones culturales y liberación personal”.

Los románticos son aquellos autores de principios del siglo XIX que se libertaron de las reglas de composición y estilo establecidas por los autores clásicos, y que pusieron de relieve el predominio de la sensibilidad y la imaginación sobre la razón. También acentuaron su interés por lo continuo, difuso, dinámico, desordenado e íntimo, caracteres éstos que reafirman el rechazo hacia el racionalismo y la admiración hacia todo aquello que reviste aspecto de sensibilidad, de infinitud, de inconmensurabilidad.

Esta reacción se origina, en algunos aspectos, frente a la corriente artística precedente, en la cual prevaleció en la atención de los artistas el gusto por lo apolíneo, ordenado, llamada “Clasicismo”.

En realidad ya podemos encontrar gérmenes del romanticismo en el Renacimiento, donde se concibe al hombre como medida de todas las cosas, y a la creación humana (el arte) como la medida del orden más puro y la belleza absoluta. De esta manera ocuparon el centro de atención de todas las cosas el artista, el filósofo y el poeta.

“…Pero es propiamente en el período romántico donde se consolida la figura del artista como la de aquel que tiene el poder de representar en su quehacer creativo su propia subjetividad; así lo expresan claramente Menuhin y Davis: “la exaltación de las emociones personales del artista, por sus propios méritos, fue el sello distintivo del romanticismo, y el arsenal de la orquesta sinfónica constituyó el instrumento formidable para su realización. En manos del maestro francés Héctor Berlioz, por ejemplo, la orquesta adquiere un carácter musical que no puede confundirse con la música de ningún otro autor; el sonido se reviste de un esplendor que expresa la exaltación del Individuo ante su propio poder”.

Una obra ejemplar de Berlioz (1803-1869) es el Requiem o Misa de los muertos, donde expresa de una manera incomparable esta explosión de sonidos, apuntando a lo apoteótico y colosal, que lo hace único en su estilo, y que apunta hacia lo que más adelante describiremos como “clímax”.

Sostenemos entonces que el músico romántico tiene como fuente de inspiración de su obra artística la interioridad de sus sentimientos. Así lo expresa el Dr. Rowel:

“…El romanticismo representó la reacción de la emoción contra la razón, de la naturaleza contra la artificialidad, de la simplicidad contra la complejidad y de la fe contra el escepticismo. Penetró sensiblemente en la psique, en los sueños y los anhelos, en el inconsciente y lo misterioso, en aquellas regiones en las que los hombres sienten intuitivamente más de lo que conocen por el razonamiento. El poeta se convierte en un vidente; es más sabio de lo que sabe. Su arte es inspirado divinamente. Los artistas son una casta superior, no por su cuna sino por introspección…”.

Existen ciertas “claves” o “características” que se dieron en la estética romántica, recibidas directamente del espíritu de este período.

En primer lugar, se destaca “lo desordenado” como reacción a la claridad formal y el racionalismo del siglo anterior. Y se manifiesta en la música a través de una cierta descontracturación o aflojamiento de la forma, expresado fundamentalmente en la independencia de las distintas dimensiones musicales (melodía, armonía, ritmo, métrica).

Otro aspecto que afecta a la música romántica es “lo intenso”, que se destaca menos en el clasicismo, donde impera, casi siempre la moderación, excluyendo, de alguna manera lo exagerado.

Esta característica se define en términos musicales como “clímax”, y consiste en llevar a altos niveles sonoros la expresividad musical, repitiéndolo el compositor la cantidad de veces que sea necesario, para elevar el sentimiento del espectador, llevándolo, algunas veces, hasta el paroxismo o éxtasis musical. El término “clímax” viene del griego, y quiere decir escala y/o escalera, y está relacionado con el verbo apoyar, inclinar. De esta manera, el clímax, es el punto culminante del hecho artístico al cual todo apunta y todo se ordena, es decir hacia donde tiende la tensión. Podemos también describirlo como el punto de explosión donde culmina la expresión musical y hacia donde todo lo compuesto se dirige y encuentra su desenlace. Se aprecia este carácter de manera majestuosa en Les Préludes de Franz Liszt (1811-1886); esta obra sinfónica pone de relieve el ascenso del fluído orquestal llevándolo a su máxima expresión.´

“Lo dinámico” tiene que ver fundamentalmente con el ritmo musical. Significa, entonces, que se dejará de lado lo estático, para pasar a una aceleración de los tiempos, que implicará un crecimiento en la línea melódica, en los temas y en la expansión de la sonoridad, a través de un movimiento constante de fluídos musicales.

Aparece también como dato relevante “lo íntimo” definido como el aislamiento de ciertos temas que nos llevan al anticlímax, donde prevalece lo particular sobre lo universal de la obra. Podemos mencionar como ejemplo de esta característica las obras para piano de Robert Schumann (1810-1856), especialmente el Piano Concerto in A minor, op. 54, que requiere para su ejecución de intérpretes de una gran personalidad y de un conocimiento de la técnica del virtuosismo.

También se agrega a estas características “la emoción”, en donde se da la unidad de lo percibido. La emoción es a la vez medio y fin del conocimiento. La música se dirige a la mente a través de los sentidos. Comenta al respecto L. Rowell:

“…Para comienzos del siglo XIX se estaba de acuerdo en que la música era, entre las artes, la que mejor podía expresar las profundidades de los sentimientos humanos, no en el lenguaje convencionalizado de los afectos sino en acentos más profundos aunque menos definidos. El tipo de comunicación sufrió un cambio sutil: en lugar de la presentación objetiva del símbolo de la emoción, el compositor romántico buscaba purgarse a través de la producción de su obra, una especie de catarsis…”.

Otro aspecto, que también cobra mucha importancia en la música de este período, es “la idea de continuidad”, reflejando temáticas como lo infinito, lo irracional y lo trascendental. El ejemplo más patente es la Octava Sinfonía de Gustav Mahler, también llamada Sinfonía de los mil, donde la música está expresada en términos de longitud extrema, exacerbación de los sonidos, intensidad y dinamismo orquestal. En ella tiene lugar un tema que se va a convertir en el símbolo del impulso musical: “la lucha faústica”.

“El color” es otro aspecto de los románticos, que en la música se relaciona directamente con el timbre. Es una cualidad que nos permite distinguir distintos matices musicales. También estos son multiplicados y llevan a la orquesta a expandirse aún más, formando un cuerpo ampliamente sonoro y de mayor complejidad.

Sumamos además a estos caracteres el gusto por “lo exótico”. Este aspecto está vinculado a un interés por expresar, en términos musicales, temas étnicos. Surgen así danzas regionales, temas nacionalistas para las óperas, y textos de las literaturas hindú, persa, china, japonesa, etc., para la música vocal.

Se enfatiza, por otro lado el carácter de “lo individual”, que apunta a componer géneros tradicionales, como sinfonías, conciertos, cuartetos, etc., desde la óptica particular y personal de cada uno de los compositores.

Se evoca también en este período “el espíritu de lo primigenio” o “primitivo”, especialmente en temáticas como el mundo del bosque y del mar, expresando en términos musicales, a través de acordes simples mantenidos, los sonidos o las voces de la naturaleza.

Por último mencionamos el carácter “orgánico” de la música, que tambien tiene su importancia en algunos compositores de este período, como R. Wagner y F. Liszt. Consiste en pensar el arte musical como algo vivo, ya que representa a los mismos procesos naturales y se desarrollan también con los mismos principios naturales. De este modo el “quantum” musical tiene una sustancia básica que a lo largo del transcurso de la obra va sufriendo transformaciones, con movimientos de estabilidad e inestabilidad, expansión y comprensión, conflicto y resolución, hasta llegar al clímax ya descripto en páginas anteriores.

Como sinópsis de este capítulo acerca del romanticismo musical citamos, las palabras de Menuhim y Davis:

“...es una armoniosa combinación de estructura y sentimiento, un caudal de lo que sólo podemos denominar significado musical, una fluidez totalmente exenta de afectación. Es la esencia del estilo musical romántico, la amalgama de compositor, intérprete y oyente”.

Acerca de la ópera en general

La palabra ópera viene del italiano y significa obra. Ésta a su vez deriva del latín: opus. Se denomina así, en general, a la expresión musical que contiene un argumento...

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