Los vinos 'salvajes' se hacen un lugar entre los paladares exigentes

CHAÑAR PUNCO, Catamarca.- A un costado de la ruta 40, en el polvoriento tramo que atraviesa serpenteando el extremo sur de los Valles Calchaquíes, llama la atención una moderna construcción que se recorta sobre la desértica falda del cerro Lampacino, que a esa altura del camino sobresale de la imponente Sierra de Quilmes. Vista de lejos, la construcción toma la forma de una mancha blanca y chata que hace pie en una franja de un verde impensado para ese paisaje de arbustos bajos y chañares, salpicado de cardones que levantan sus espinosos brazos aquí y allá, en una disposición más bien azarosa.

Detenerse en medio de la ruta permite descubrir que el verde vivo lo aportan los viñedos de malbec y cabernet, entre otras cepas nobles, mientras que la mancha blanca es el edificio que alberga una sofisticada bodega que resume el state of the art de la enología y que ha sido emplazada en este desconocido paraje catamarqueño para elaborar vinos de la más alta gama. Buena parte de la primera cosecha de estos vinos extremos pero elegantes, que expresan un paisaje realmente inhóspito, se exportó a los mercados de lujo de Asia (China, Taiwán, Japón), Alemania, España, Irlanda y los Estados Unidos, con un éxito impensado, siendo que todavía no han transitado el obligado recorrido de la crítica que puntúa y guía el gusto del consumidor

Chañar Punco -significa puerta de los chañares en la lengua de los diaguitas calchaquíes que poblaron este territorio- es un terroir de altura, el más reciente integrante de la lista de zonas vitivinícolas que se destacan por sus vinos de super alta gama. La misma lista que en los últimos años ha sumado al sanjuanino Valle de Pedernal, al mendocino Gualtallary o al costero Chapadmalal, como hot spots de la producción de vinos que poseen una huella sensorial única e inconfundible. A casi 2000 metros sobre el nivel del mar, las poco más de 300 hectáreas plantadas en Chañar Punco poseen características únicas, tan únicas como sus vinos. "Son suelos pobres y pedregosos, donde la piedra representa entre el 40 y el 80% de su composición, con un PH alcalino y una importante exposición solar. Tiene condiciones restrictivas para la vid que dan lugar a vinos con una gran concentración. Al mismo tiempo, Chañar Punco está plantado en la ladera que recibe el sol de la mañana, que es más fresco que el de la tarde, lo que sumado a la nubosidad y al viento típico de la tarde ofrece unas excelentes condiciones de sanidad". Así describe...

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