Surf, terapia de familia

MAR DEL PLATA.– Una pareja de adultos mayores llegó hace un tiempo hasta su refugio en Waikiki. "¿Qué le hizo usted a ese hombre?", le preguntaron. Se referían a su yerno, que pisaba los 40 años, deprimido porque había roto su matrimonio y cortado lazos con su familia. Y en poco tiempo recuperó mujer, hijos y potencial de trabajo. "Surf, le di surf, la mejor aventura que hay", les respondió Daniel Gil sobre aquel muchacho al que, como a tantos, les hizo un tratamiento intensivo de tabla y mar.Barba blanca y prolija, cabello corto y entrada pronunciada, el prócer del surf argentino es una suerte de Sigmund Freud de bermudas, piel siempre bronceada y lentes oscuros, con la certeza y sabiduría que la mayoría de los problemas de la vida pueden encontrar una solución con sólo viajar un puñado de segundos con los pies bien plantados sobre una ola. "Con esto te salvo la vida, es la mejor aventura que hay", repite Daniel Gil.Con 68 años, este pionero del surf argentino es uno de los pocos lugareños que puede decir que tiene su casa en la playa. Fijó domicilio, su Academia Argentina de Sur y el Kikiwai Surf Club justo en el extremo sur de Punta Mogotes. Un paraíso de rocas donde hace medio siglo estrenó el tablón que pudo importar gracias a la complicidad del ex jugador de fútbol Silvio Marzolini, que se lo trajo cuando regresó de una gira de Boca Juniors por Estados Unidos.Desde entonces y hasta hoy, varios de su generación, y muchos más aún que son o podrían ser sus hijos o nietos, son parte de este fenómeno deportivo que llena de tablas las playas marplatenses, convertidas en uno de los principales destinos y epicentro de las más importantes competencias de la actividad en el país.La descendencia de Gil acumula siete mujeres y dos varones que tienen entre 46 y 15 años. Viarios ya lo han hecho abuelo once veces y va por la docena en las próximas semanas. "En enero ya surfea", bromea sobre el nuevo integrante que tendrá esta familia germen e historia del surf en la Argentina. Y sabe que necesita de determinados vientos y condiciones de marea para tener a varios reunidos en su rincón de Waikiki. "Cada día los encontrás donde están las mejores olas", destaca.Una pasión por las olas que pasa de generación en generación, situación que se advierte con sólo recorrer los puntos con mejores olas, donde padres e hijos coinciden para buscar la emoción de clavar la quilla en la onda y dejarse llevar. "Todos vivimos a punto de sucumbir y con el surfing salís a flote, te saca...

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