La seguridad local

AutorRoberto Dromi
Páginas433-454

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1. Ausencia de seguridad

La seguridad ha merecido un capítulo especial porque creemos que es el valor sustento del gerenciamiento local. La ausencia de seguridad, en el amplio sentido de la palabra, es decir sin calificarla de "jurídica o pública" impide el desarrollo sostenible e integral. Sin seguridad hay riesgos, vacilaciones, miedos, incertidumbres en la vida cotidiana.

Es estéril pretender luchar contra las carencias sociales, morales, culturales y económicas de la Ciudad sin un catálogo de reglas de juego que nos den certeza y garantías. no pueden coexistir "socialización" con "privatización", ni intervención con indiferencia, ni justicia con anarquía, ni libertad sin autoridad, ni orden sin leyes; no puede haber ausencia de seguridad "jurídica", "cívica", e "institucional1.

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Las falencias de un Municipio por incumplimiento de los mandatos legales, por falta de garantías, por la erosionada credibilidad de los policías, por el uso arbitrario de la fuerza jurídica, por la desprotección del orden y de sus autoridades, por la recurrencia de los miedos, van minando las calidades del bien, vulnerando la vida buena del vecino, potenciando el riesgo, deteriorando los propios de la convivencia, anarquizando la convivencia local, mostrando, entre la falta de fortuna y la tragedia, la fragilidad del bien y la vulnerabilidad de las organizaciones sociales consecuentes2.

Entre nosotros hoy es ostensible el fracaso del Estado -y por supuesto incluimos al Estado municipal-, como garante de la seguridad. El Estado es deudor legítimo y legitimado pasivo, por la ausencia de seguridad suficiente. Su ausencia dificulta la coexistencia en paz y el desarrollo integral y sostenido, compartible y solidario de los hombres.

Así entonces, la fragilidad de la seguridad, en este caso la jurídica, alienta el riesgo económico y sociocultural de los ciudadanos y potencia la debilidad en la calidad de vida institucional del Municipio. La desconfianza, incredulidad y retraimiento para con el Municipio, es resultado de la degradación progresiva de sus instituciones, que tienen por cometido la tutela de la seguridad fundante del orden de la convivencia3.

Las falencias de la seguridad (declamada en teoría y añorada en la praxis) es un reto pendiente. Los desencuentros entre vecino y comunidad, el coste de la igualdad y las dificultades por la discrimi-Page 435nación sociocultural, reabren el debate por las soluciones cívicas a los temores y riesgos de la inseguridad pública como signo inequívoco de injusticias y flagelos pendientes de reparación4.

2. Vecino "sitiado" vs vecino "situado"

La seguridad es también un deber-derecho esencial para la vida personal e institucional, por eso el Municipio no debe olvidarse jamás de este valor.

El término "seguridad" proviene del latín "securitas" que dice de sus propiedades o de los componentes de lo propio, en tanto se refiere a "lo cierto", "lo confiable", "lo indemne", "lo conocido", "lo indubitable", "lo responsable", "lo sólido", "lo infalible", "lo estable", "lo continuo", "lo transparente", "lo tranquilo", "lo protegido", "lo amparado", de y en la vivencia y la convivencia.

Es un estado de situación físico, psíquico y emocional. La inseguridad es el vecino "sitiado" por las rejas, el temor, la desconfianza. Con seguridad hay vecino "situado".

Al calificarse de pública, la seguridad es un valor social, político y jurídico, un predicado del orden. Así, el orden es sinónimo de seguridad personal y social, y la libertad, la integridad física de los individuos y de su propiedad, sus derechos y garantías y el consecuente mantenimiento de la tranquilidad pública son inseparables del Estado de derecho5.

La seguridad pública traduce dos atributos: su carácter ciudadano (convivencial) y su carácter jurídico (normativo). por ello cabePage 436 hablar de seguridad ciudadana6 y seguridad jurídica. y la seguridad pública es el ecuador democrático, entre el abuso del derecho y el abuso del poder.

La teoría jurídica tipifica los límites y responsabilidades ante el desorden individual y el desvío de la autoridad. Así el orden público se erige como límite al accionar individual y convencional de la voluntad ciudadana, en tanto que la supremacía constitucional señala los límites dogmáticos del poder político, como atributo de la autoridad. "El desafío para el derecho actual está en lograr que los valores no sean una mera declaración de promesas y que los límites al poder no sean una ilusión ciudadana sufriente por su insoportable levedad"7.

3. Sin seguridad es imposible la convivencia

La seguridad es un dato de la excelencia de la vida municipal, de la realidad medular de la convivencia local que debe proveerse y suministrarse desde todos los "espacios del poder municipal", sin retaceos, mezquindades o renunciamientos.

La seguridad es un crédito en la vida municipal, pues se parte del respeto por la dignidad de la persona humana, instalada en un edificio social pluralista de instituciones sólidas públicas y privadas.

Existe cuando la vida comunal se mueve con reglas de juego claras y previas, con marcos regulatorios predecibles, con certezas situacionales, con deslindes entre lo permitido y lo prohibido.

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En ese orden, con previsibilidad hay predictibilidad y anticipación del resultado, para vencer riesgos, sombras, fantasías y ficciones, en el terreno de las acciones sociales.

La realidad de la seguridad exige también perdurabilidad de la predictibilidad, con una razonable durabilidad de las reglas aplicables. La seguridad es incompatible con la frivolidad de los cambios permanentes vaciados de lógica, racionalidad y finalidad8.

La custodia de la seguridad ha sido delegada, en nuestro caso, al Municipio. Los ciudadanos preservan sus libertades y delegan la tutela y centinela de sus seguridades, al poder público municipal, a través del contrato social. Cuando el pacto social es una ficción, la seguridad es una falacia, es un fraude de la vida colectiva9.

4. Los propios de la seguridad

Los propios de la seguridad municipal son autoridad, libertad, orden, estabilidad, regulación, justicia, policía, solidaridad, responsabilidad y sanción10.

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a No hay seguridad sin autoridad

La seguridad necesita de un "gobierno municipal aplicado", con poder, mando y autoridad moral, superador de las vulneraciones y atropellos a las funciones, competencias y cometidos, encomendados por la voluntad popular.

Nos referimos tanto a la burocracia oficial como a los sectores sociales organizados en "asamblea permanente" de lucha y reproche, o simplemente grupos autodeterminados de comportamiento libre autonómico que hacen hoy de la gestión pública un verdadero "despotismo administrativo"11, incompatible con la paz y las certezas de la seguridad real y sentida.

Si no se evita esto último, impera la ley de la selva que es la autoridad del desgobierno12.

b No hay seguridad sin libertad

La seguridad se inserta en el marco de los derechos y libertades fundamentales. La existencia y el reconocimiento de derechos fundamentales es un presupuesto de habitabilidad de la seguridad13. La seguridad pública, tanto jurídica como ciudadana, necesita un contexto determinado de la organización social donde los derechosPage 439 fundamentales sean una realidad convivencial tridimensional, es decir, "norma", "valor", "conducta".

Solo así crece el clima de crédito, confianza, paz, estabilidad y previsibilidad que caracteriza a las situaciones de seguridad. La seguridad como "estado de", requiere en su consecuencia de libertades con tutela y protección, tanto administrativa como judicial, tanto de la "policía" como del sistema judicial (jueces y fiscales)14.

c No hay seguridad sin orden

La seguridad predica el orden. El orden público es la base estructural y fundacional de la convivencia. Viabiliza el desarrollo en "situaciones seguras". El orden público es la base de sustentación de la seguridad; es el seguro contra los excesos de los inmunes. Los intocables dejan de serlo si existe un orden público, no negociable ni renunciable y un orden jurídico respetable, regulador, previsor y sancionador15.

Esa plenitud de orden, donde no pasan ni "el abuso del poder", ni el "abuso del derecho", es la única tierra fértil para que crezca la vida en seguridad y seguridades aplicadas a los múltiples quehaceres sociales.

d No hay seguridad sin estabilidad

La seguridad y la estabilidad se parecen. tanto es así, que la estabilidad es también una cualidad de la seguridad. A la inversa, no hay seguridad sin estabilidad. La estabilidad supone precisamente continuidad y permanencia. tratándose de la seguridad públi-Page 440ca, tanto jurídica como ciudadana, esa permanencia y continuidad debe versar sobre las "reglas" del juego social de que se trate. Las reglas, los usos y las costumbres, no armonizan con la improvisación y la alteración constante.

Lo importante es la seguridad de lo constante, lo que permanece, lo que continúa ante las mismas circunstancias. La estabilidad garantiza la transformación sin riesgo, y la vigencia del tratado de límites entre lo público y lo privado, entre el intervencionismo estatal y la iniciativa privada. El ecuador de los derechos y los deberes, no puede ser una línea imaginaria. Esa frontera...

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