La Salada, modelo de corrupción

Evasión impositiva, trabajo en negro con explotación de personas, ocupación ilegal del espacio público y violencia por doquier con muertos y heridos como saldo. Todos estos delitos concentra La Salada, a su vez sinónimo de corrupción.

Como si en lugar de pertenecer a un municipio fuera un territorio independiente, en esas casi veinte hectáreas de Lomas de Zamora junto al Riachuelo todo es posible. Desde conseguir por muy poca plata ropa supuestamente de marca hecha en un taller clandestino hasta enfrentamientos a balazos que en los últimos dos meses dejaron tres muertos y un herido grave por un par de metros en los cuales colocar un puesto.

La Salada, compuesta originalmente por tres ferias oficiales (Punta Mogote, Ocean y Urkupiña), nació a fines de los 90 y tuvo su explosión en 2002, como consecuencia de la crisis económica.

Pero este enclave de impunidad fue creciendo hasta convertirse en el monstruo que es hoy gracias a las administraciones kirchneristas que dejaron hacer y se valieron de ella políticamente. También, por el comportamiento de una gran parte de la sociedad a la que no le importó ni le importa ir y comprar aunque sepa que el producto que se lleva es el fruto de una cadena delictiva.

Más de una vez, el modelo de comercialización de La Salada fue cálidamente elogiado por el gobierno nacional y el ex secretario de Comercio Guillermo Moreno llevó a Jorge Castillo, administrador principal y cara visible de la feria, como integrante de la misión oficial de 2012 a Angola.

En competencia francamente desleal con comerciantes legalmente establecidos, La Salada se nutre de productos elaborados en talleres que tienen prácticamente como esclavo a su personal, al que se le abonan centavos por cada hora de trabajo y, como lo denunció la organización civil La Alameda, en muchos casos no puede salir de sus lugares de trabajo durante varios días y vive allí en condiciones infrahumanas.

Hace dos semanas, la policía arrasó con 7800 puestos que en los últimos años se habían instalado en la vía pública, en el Camino de la Ribera, y que le restaban clientes a La Salada, porque los tours de compras que arriban de madrugada muchas veces compraban en ellos y no llegaban a ingresar en la feria.

Desde entonces, prácticamente no hubo día en que, al amparo de una presencia casi siempre pasiva de las policías bonaerense y de Lomas de Zamora, no se registraran enfrentamientos a tiros por la posesión de esos espacios públicos. Sin embargo, nadie detuvo su...

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