El regreso del miedo a la Argentina

Hace pocos días, un viejo peronista salió asombrado de una reunión con Carlos Zannini, el funcionario más cercano a la Presidenta. "Decidieron dinamitar todo antes de irse", contó, consternado. Cristina Kirchner confirmó ayer esa versión de su alucinada estrategia. Demostró también que perdió la capacidad para interpretar los hechos de la política que ella no maneja. La marcha del 18-F fue una inmensa conspiración destituyente, dijo, que tuvo como conjurados, sobre todo, al Poder Judicial y a los medios periodísticos independientes.

Había en esa improvisada y escalonada comitiva jueces y fiscales, y todos lo felicitaban y alentaban, y le confesaban su arrepentimiento por no haber asistido a esa ceremonia trascendental. Todos entendían que el principal mensaje de la sociedad movilizada no era para Cristina Kirchner, sino para ellos mismos. No les faltaba razón. Llamó mucho la atención la presencia en la concentración de vastos sectores despolitizados, gente de clase media que suele ensimismarse en su vida privada y que no sigue detalladamente las peripecias de la esfera pública. Tal vez había allí incluso muchos votantes pasivos de aquel remoto 54%: personas bendecidas por el alto consumo e impactadas en su momento por la muerte de Néstor Kirchner que se habían desentendido desde entonces y a quienes el atronador disparo en la sien de Nisman las había despertado de la siesta. En política, la muerte siempre mete la cola. Ciudadanos de a pie sin ningún vínculo entre ellos, firmes bajo el diluvio tropical, refirieron a distintos movileros que se sentían extraños: la Argentina les resultaba irreconocible. Este país se ha convertido en una cosa deforme y agresiva, cruzada por divisiones y por mafias, insistían con asombro. Para muchos fue un amargo despertar; para otros, la ratificación de sus enconos y temores. Todos juntos formulaban, sin embargo, una misma demanda. Telegrama urgente para jueces y fiscales: pónganse los pantalones largos y dejen de hacer la venia; luchen contra la impunidad y la corrupción.

La Presidenta leyó bien ese subtexto que se mascullaba bajo los paraguas y el temporal. La primera respuesta a la movilización fueron sus calculadas bromas sobre el horóscopo chino, que desgranó en el día de su cumpleaños a través de su cuenta de Twitter. Allí habló de las increíbles coincidencias astrales que había entre ella, Néstor, Mao y Xi Jinping. Su idea era transmitir despreocupación frente al cimbronazo: soy impermeable a lo que...

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