Quintiliano como precursor de la tipología psicoverbal

AutorAlberto Vicente Fernández
Páginas99-108

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1. Antecedentes de la cuestión

Sobre la cuestión de los tipos oratorios, o tipología psicoveibal, los antiguos no han dejado una teoría, pues en general cada orador aprendía mediante sus propias experiencias, ejemplos del pasado y de su época, escuchando además las lecciones orales del retórico, quien no fijaba por la palabra escrita su enseñanza. Algunos griegos y romanos cultivaron el grafismo, enseñaron a escribir el discurso y memorizarlo, procedimiento forzoso cuando el orador habla con demasiado adorno y sometido a las exigencias del estilo. Es verosímil que Protágoras no fuera gráfico, si tenemos en cuenta la base lógica de su plan, propia del verbomotor, quien, vinculando lógicamente las partes del discurso y hablando con la palabra interna y externa hace un discurso mitad preparado, mitad improvisado.Page 100

Demóstenes fue un gráfico en sus comienzos; luego de arduos esfuerzos fue verbomotor, aunque rara vez improvisaba. Respecto de Cicerón, tendía al grafismo; pero una índole laboriosa, ejercicios, gran capacidad de diálogo, una copiosa experiencia hicieron de él un orador de muchos recursos. Por eso podía prever preguntas difíciles y responder con éxito en los debates, escribir en su espíritu como se escribe sobre la cera de las tabletas 1.

Como muchos oradores romanos no tenían ninguna preocupación literaria y sus discursos eran sólo un medio para la política, no los escribían, olvidándolos después de pronunciados.

Esto se debe, también, a la escasa preocupación por la forma, que liberaba de la escritura y del repetir de memoria. "Todavía en tiempos de Cicerón -dice Boissier- sorprendió mucho que Hortensio lo hubiera hecho cuando defendió a Mésala. Al concluir el asunto no se ocupaban más de él, y después de bastante tiempo se tuvo la idea de escribir el discurso una vez pronunciado, sea para la instrucción de los que no lo habían escuchado, o sea para conservar su recuerdo en la posteridad" 2.

En cuanto a las escuelas de los declamadores, allí se hacían ejercicios oratorios de temas frivolos y pueriles, inútiles a las futuras actuaciones en el foro, que sin embargo daban cierta soltura verbal; peroPage 101 muy pronto el discurso trivial fue haciéndose también enfático, debido a la preocupación excesiva por la forma. Semejante discurso requería que los alumnos lo escribieran y memorizaran.

Hay que reconocer que tal procedimiento se usa en el período de la decadencia de la retórica, pues en tiempo de Porcio Latro había ejercicios sobre la base de un plan que los alumnos desarrollaban sin cuidar mucho de la forma. Guiados por aquel retórico mediano, quien sin embargo respetaba la tradición, los alumnos simulaban un proceso judicial, y el fallo era controvertido. En otros asuntos el retórico nombraba dos oradores con sus sendas tesis, y luego intervenían todos, no siempre sujetos a los cánones para estimular la improvisación. También un alumno leía ante la clase algunos fragmentos de obras célebres, y luego venían los comentarios. Sin duda, aquellos ejercicios eran útiles, y las escuelas de declamación ocuparon un lugar relevante en la educación romana hasta la época de su decadencia, en que Tácito, Juvenal, Quintiliano y muchos distinguidos oradores las juzgaron severamente. En los siglos posteriores no encontramos obras sobre tipos oratorios. Por lo tanto, la tipología psicoverbal a nivel científico reconoce un planteo sólo moderno.

En el siglo XIX aparece el libro La palabra en público, de Maurice Ajam, quien denuncia los perjuicios del grafismo y enseña el buen procedimiento para desarrollar la capacidad verbal. Su obra contiene una síntesis de las investigaciones y polémicasPage 102 sobre el lenguaje interior y sus relaciones con la palabra externa3.

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