Prólogo

AutorEduardo Morón Alcain
Cargo del AutorAbogado y doctor en Derecho y Ciencias Sociales
Páginas9-13

Page 9

No es posible seguir hablando de lo real y de la verdad sin haber intentado previamente hacer explícitos los presupuestos filosóficos de la empresa

Paul Ricoeur 1

Con anterioridad a este libro que ponemos a consideración de aquellos que se interesan por los temas de filosofía práctica, hemos publicado otro trabajo que vinculaba exclusivamente el Deber con las dos esferas capitales del obrar humano, la Moral y el Derecho2. Nos animamos ahora a continuar en la misma dirección del pensamiento, indagando sobre los fundamentos primeros o últimos, según se los considere en el orden ontológico o gnoseológico, respectivamente, pues "lo primero en el orden del ser es lo último en el del conocer", que respondan a estas inquietantes y decisivas preguntas: ¿por qué la moral o por qué el derecho? o, como también se lo ha planteado, ¿por qué se debe actuar moralmente y cuáles son las razones últimas, en caso de que existieran, por las que debamos obedecer al derecho, fuera de la sanción que él imponga?; o, lo que es más importante y definitivo de todo: ¿hay razones que justifiquen y legitimen a los principios y normativas que rigen a la conducta humana y en su caso, cuáles son ellas? o, ¿de dónde pueden salir o extraerse justificadamente las reglas de nuestros actos morales y jurídicos?

Es posible que pueda pensarse que es aventurado en esta época de tanto escepticismo, agnosticismo, relativismos y hasta negaciones de fundamentos del actuar, en el ámbito académico-científico como en el común de la gente, realizar un trabajo que trate precisamente sobre aquellos principios Page 10 con la pretensión de ser, aunque sea, parcialmente, aceptado. Observamos que estas actitudes, a nuestro entender negativas, que hemos mencionado, son asumidas a veces, al parecer, en formas resignadas y serenas, pero generalmente de manera pesimista y desencantada y hasta en forma contestataria y crispada. Es que estimamos que estos problemas, que son del hombre de hoy y de siempre, son igualmente de primerísima importancia, y todo lo que pueda significar un aporte como el que aquí queremos hacer y que, lógicamente, estimamos que es correcto, vale la pena y hasta es necesario hacerlo.

El desarrollo de tales problemas se ha hecho de acuerdo con lo que de muchos siglos y más aún, de más de dos milenios de filosofía en Occidente y de mucho más tiempo todavía, si acudimos a la tradición bíblico-judaica, y aun de toda la humanidad, cuando se constata que en todo grupo humano se juzga sobre lo bueno que es la solidaridad entre los que lo componen, lo malo que es el incesto o también, la muerte injusta del inocente, sobre el mérito y el demérito de las acciones, sobre las sanciones, aunque todo ello haya sido expresado en tiempos muy lejanos en forma muy primitiva.

Nuestra postura, que entendemos tradicional, ha de plantearse de una manera algo diferente. Tenemos necesidad de hacerlo, en primer lugar, para demostrar lo que es la misma verdad y, para lo que tratamos, que pueda llegar a ser, así lo pensamos, un aporte para una orientación positiva...

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