Política Social y Sindicalismo

AutorBenito Pérez
Cargo del AutorProfesor emérito de la Universidad Nacional de La Plata
Páginas317-325

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§ 95 Causas del progreso sindical

La política social, hemos dicho, es una rama de la política general, entendida ésta como conocimiento que señala finalidades objetivas a la conducta humana.

Ahora bien, según Legaz y Lacambra, "la política social es aquella rama de la actividad política que regula las situaciones y las relaciones de los individuos como miembros de una clase social o profesional, las de estas clases entre sí y las de unas y otras con el Estado, desde el punto de vista de la mejora de las situaciones y de la justicia de las relaciones"1. Según esta definición, es una disciplina que hace a los fines del Estado, en su función reguladora de las actividades de los individuos, dentro de la sociedad, sobre la base de la justicia de sus actos, tendiente a preservar la dignidad de la persona humana y asegurar la paz social2.

Al comienzo, el sindicalismo tuvo por objeto y finalidad una acción simplemente reivindicativa, esto es, bregar por obtener mejoras en las condiciones de trabajo. Restringía su acción a un plano predominantemente laboral a pesar de estar su dinámica influenciada por las más diversas ideologías. En cambio, actualmente las organizaciones sindicales no están encaminadas a defender sus derechos en el ámbito estrictamente laboral,Page 318 pues aunque los intereses sindicales se problematicen en áreas estrictamente profesionales y laborales, de hecho esos intereses inciden en el plano político de las instituciones, de las leyes y de las disposiciones del gobierno y del Estado.

El desarrollo del sindicalismo moderno, como idea, como acción y como organización, nos demuestra que entre el sindicalismo y la realidad política y socio-económica, siempre ha existido una mutua y profunda relación, no sólo funcional y operativa, sino también institucional y estructural. Como todo movimiento vital, el sindicalismo es dinámico y en su proceso evolutivo se ha ido adaptando a las cambiantes exigencias de la realidad política y socieconómica, en el tiempo y en el espacio.

Los hechos actuales ponen de manifiesto que entre el sindicalismo y las instituciones políticas y económicas existe una conexión ineludible, así como entre la acción sindical y la acción política.

Por eso afirma Laski que el sindicalismo lleva en sí una función política igual, cuando menos, en importancia, a su función económica. Y así es, no porque el sindicalismo y las fuerzas sindicales como tales hayan irrumpido por su propia iniciativa en la esfera política, sino porque lo económico y lo profesional han irrumpido en la vida política, a consecuencia de la evolución económica misma en la transformación social y política de la sociedad y del Estado. Actualmente, en nuestra sociedad de consumo, cada día más industrializada, los problemas económicos y sociales constituyen el centro de gravedad, no sólo de la vida política, sino también de la misma convivencia pacífica de la comunidad nacional. Pues la alta dirección del proceso económico, la planificación y la distribución de las rentas salariales y empresariales, no están ya reservadas exclusivamente a la libre concurrencia y competencia de los mercados, sino asumidas en cierta parte por los Estados modernos ante la interdependencia cada vez mayor de los distintos sectores económicos y de las economías nacionales3.

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La política social de un Estado democrático debe tender a asegurar la libertad sindical y la autonomía funcional de las organizaciones profesionales, en su condición de organismos intermedios.

El sindicalismo moderno debe constituir una fuerza equilibrada, destinada a colaborar en el proceso de la producción con otras fuerzas sociales, dentro del marco de su función específica, sin excederse de su competencia legal, para que el Estado de derecho se encuentre en condiciones de cumplir sus fines como gestor del bien común.

Para evitar los peligros de cualquier totalitarismo, estatal o sindical, que va en contra de la dignidad de la persona humana y del bien común de la sociedad, es indispensable que la organización sindical ajuste su actuación a los principios doctrinales del magisterio infalible de los textos pontificios, que proclaman: "si es verdad que los cuerpos intermedios son necesarios, cada uno según su propia finalidad, ellos representan sólo intereses determinados y parciales, no el bien universal". De ahí que se afirme: "A fin de prevenir los abusos de las fuerzas sindicales y darles un estatuto jurídico, conviene que la ley, a la vez que...

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