Lo que un político puede aprender de Mandela

http://www.lanacion.com.ar/1592935-segun-su-hija-nelson-mandela-se-encuentra-muy-biensaldrá a las calles para despedir y honrar a Nelson Mandela, el líder cuya gesta extraordinaria inspira respeto, admiración y le ha ganado un lugar en el olimpo de los grandes líderes del mundo. http://www.lanacion.com.ar/1590008-mandela-otra-vez-grave-e-internadoque impidió el suicidio de un país atrapado en el odio y el deseo de venganza; que según las circunstancias y el interlocutor, actuaba con la determinación de Churchill o la paciencia de Gandhi y que aprendió el idioma de sus enemigos sólo para entenderse mejor con ellos, para poder negociar un objetivo desproporcionado: http://www.lanacion.com.ar/1589924-nelson-mandela-vuelve-a-ser-hospitalizado-en-grave-estadoUn hombre de esa dimensión no puede ser relegado, como tantos mortales ilustres, al espacio de la memoria colectiva, el homenaje o el bronce. Sería un apresuramiento y una equivocación pensar a Mandela en pasado. Un tropiezo regresivo de la política. Sobre todo, en tiempos de crisis en que la praxis de la política es cuestionada en tantas latitudes por no encontrar soluciones a viejos y nuevos problemas de la sociedad; por su insistencia en lo autorreferencial, en estar más atenta a la construcción de candidatos que a la búsqueda de consensos, a las encuestas que a las promesas que les hizo a los votantes. Una política que ha olvidado que, en Atenas, donde nació, era considerada como una de las formas de la moral.Evocar hoy a Mandela es invocarlo. Como quien despliega un mapa en busca de un punto de referencia. A fin de cuentas, un hombre así aparece muy de vez en cuando en la historia. Su notoriedad como luchador político y social empezó temprano, en las aulas, donde estudió abogacía, pero fue durante la larga noche del apartheid y del traumático proceso de paz cuando su nombre alcanzó el aura de leyenda. Era la Sudáfrica en la que el color de piel lo definía todo: identidad, poder, libertad, castigo, riqueza, abandono.Tanto su biógrafo, Anthony Sampson, como el periodista John Carlin, autor de El factor humano , tal vez el mejor libro que se haya escrito sobre la transición sudafricana, coinciden en que la grandeza épica de Mandela remite, como perfecta ironía, a la cárcel. A los 27 años que pasó recluido en una celda de cuatro metros por dos, en Robben Island. "El hombre que salió de allí -dice Sampson- era muy diferente del que entró." Había sido condenado de por vida a trabajos forzados, pero...

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