Con los pies en la tierra

Otra persona tendría ojeras. Ella no. Ensayó toda la mañana para su gira por Rusia y Polonia, grabó siete horas de Solamente vos y llegó casi de noche al encuentro con la Revista, en el único hueco libre de su agenda en semanas. Eligió ropa de su propia marca para la producción de fotos y no soltó el teléfono hasta confirmar que su hijo, Merlín, ya estaba en camino. Mientras Margarita Porto la peina y Sebastián Correa la maquilla, Natalia Oreiro (36) dice que está agotada.Sueña con volver al campo y relajarse en 2014. Su peinadora personal, quien la acompaña desde Muñeca brava, desconfía: levanta las cejas y niega, con un suspiro.–¿Por qué no me creés?–Porque sos hiperactiva. No te vas a quedar en el campo.–Bueno, es un deseo.Son meses incansables. A fines de 2012, después de grabar en Colombia la segunda temporada de Lynch, una miniserie, y filmar Wakolda en la Patagonia, Oreiro volvió a la música, en un festival de San Petersburgo. Sin descanso comenzó con Solamente vos, su regreso a la TV diaria desde 2007. Acompañó el estreno de Infancia clandestina por muchos países e hizo lo mismo con Wakolda, que la llevó hasta el Festival de Cannes. Promovió la lactancia desde una campaña de Unicef que empapeló las calles. Presentó la segunda temporada de Lynch, filmó la tercera y empezó a ensayar para su retorno a los escenarios rusos. En Solamente vos cantó bastante, porque "viste lo que pasa en las tiras: los personajes tienen muchas curvas y entre las afinidades de Aurora, una era el canto". Entonces cantó. Pero no salía de viaje con su banda desde 2008 y habían pasado años desde el último ensayo juntos.¿Por qué habías dejado de cantar?Me considero una actriz que canta, no lo contrario. Y en aquel momento estaba tanto de gira que sentía haberme convertido en algo que no era. Entré en crisis, no quería ser una cantante pop. La pasaba bien, disfrutaba viajar, pero esencialmente no me siento cantante. De hecho empecé en el casting de Un argentino en Nueva York. Me ofrecieron grabar un tema, que sí que sí, y después un disco. Tenía 18 años y dije: obvio. Pero nunca me imaginé que llegaría a cantar con Raffaella Carrà, cero-tres-cero-tres, en la RAI. Ni con María Carey en un festival. Yo decía: no puedo cantar al lado de ella.¿Cómo lo vivías?Salía ilesa, porque era más inconsciente que ahora. Pero quería dedicarme a la actuación y no podía. Ese primer disco fue algo inesperado: vendió tres millones de copias y de repente me convertí en una gallina... No era lo que buscaba. Había llegado a los 16 años a Buenos Aires, para ser actriz, y grabé mi primer disco a los 18. Después me convertí en mujer. Y había algo que querían de mí que no me divertía más. Entonces rescindí mi contrato con la compañía, después de tres discos, con uno pendiente. Paré todo un año, en ese año me enamoré, me casé. Necesitaba redescubrirme. Sólo cuando una logra parar puede ver con claridad.Sus sueños de actriz habían asomado en el living de su casa, del barrio Cerro, Montevideo. Mientras su mamá peluquera atendía a las clientas y escuchaba sus males de amores con la tele encendida, Natalia se miraba en el espejo y se imaginaba Grecia Colmenares o Verónica Castro. Empezó con publicidad, a los 12. Paseaba un perrito en la pantalla frente a...

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