Las pautas bioéticas como principio de equilibrio en el conflicto

AutorPablo Martín Labombarda
Páginas55-67

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1. Consideraciones generales

Uno de los logros de estos tiempos es poder abordar los cuestionamientos jurídicos y médicos desde una óptica interdisciplinaria, donde cada una de las ciencias hace su aporte para arribar a respuestas -aunque en la mayoría de los casos no sean absolutas- que tengan en consideración el mayor espectro de previsiones posibles.

Las palabras que siguen -extraídas de una obra sobre ética en salud- nos ilustran el panorama que se plantea en los comúnmente denominados "casos difíciles", como el que domina nuestra atención: "Las decisiones médicas no son simples proposiciones de hecho ya que dirigen la conducta hacia la alternativa elegida, y esto nos conduce al terreno de las valoraciones humanas (...). La mayoría de las proposiciones fácticas que esgrimimos en Medicina tienen un componente ético y a menudo una consecuencia legal. Cuanto mayor es el elemento ético que tiene la proposición, mayores dudas surgen en la adopción a seguir. Desde ya, la toma de decisiones es un vasto campo para interpretaciones psicológicas" 65.

Así, en el círculo que encierra la disyuntiva generada por las prerrogativas exhibidas en el capítulo anterior, la bioética como "estudio sistemático de la conducta humana en el campo de las ciencias de la vida y la atención de la salud, en tanto Page 56 que dicha conducta es examinada a la luz de los principios y valores morales" 66, nos propone un provechoso camino para aproximarnos al necesario equilibrio de aquéllas.

En efecto, su función no es otra que procurar armonizar el uso de las ciencias biomédicas y sus tecnologías con los derechos del hombre, de tal modo que en la encrucijada entre la manipulación de la vida y la atención de la salud, pueda mediarse ante los extraordinarios avances de la tecnociencia 67. Su surgimiento ha gravitado sobre el modelo de ética profesional médica, cuya máxima referencia durante años ha sido -y es- el juramento hipocrático, y si bien puede afirmarse que sus dos fuentes principales son la ética y la ciencia médica, también atrae axiomas de la antropología, la filosofía, la psicología, el derecho y la teología, entre otras disciplinas. Como bien se explica: "es cierto que no se puede negar el carácter dialógico e interdisciplinario de la bioética. Por empezar, la comprensión de ciertos hechos es crucial para participar del tipo de deliberación que la bioética propone. Y estos hechos son proporcionados por diversas disciplinas. No es posible llegar a conclusión alguna sobre, por ejemplo, el aborto, la experimentación con embriones o el suicidio asistido sin poseer el conocimiento empírico relevante, sea éste derivado tanto de la medicina y profesiones afines, como de la psicología, la genética, la biología, o la química. Además, no se debe olvidar la contribución positiva de los abogados, cuyo conocimiento de las leyes muchas veces constituye una guía importante en el proceso de toma de decisiones" 68. Así planteada, la complejidad de la bioética se presenta en tres aspectos: a) pluridisciplina, b) pluralismo filosófico, ético y religioso y c) asociaciones diversas de intereses -como asociaciones de consumidores, grupos de presión, organizaciones militantes, etc.- 69. Page 57

La mejor evidencia de todo lo expuesto anteriormente la conforman los comités de ética hospitalarios, integrados por médicos, enfermeros, filósofos, abogados, sociólogos, representantes de las principales religiones y miembros de la comunidad, quienes analizan la problemática desde sus distintas ópticas para arribar a la mejor solución posible 70. Un correcto funcionamiento de este cuerpo colegiado aconseja una metodología de conclusiones, de análisis y debate, evitando emitir opiniones que sólo absorban la postura mayoritaria, porque en el dominio de la ética la cantidad no indica un valor superior 71.

En definitiva, la bioética puso término al paternalismo que durante años caracterizó a la relación médico-paciente, fundado en que el galeno estaba en mejores condiciones de decidir qué es lo mejor para el enfermo en virtud de sus conocimientos técnicos, y que el dolor o la patología no permitía al Page 58 paciente observar objetivamente sus determinaciones, por lo que ellas nunca podían ser calificadas como acertadas.

2. Los principios básicos: beneficencia, no maleficencia, autonomía y justicia Su trascendencia

Cuatro premisas fundamentales divulga la bioética, cuyos antecedentes se remontan al año 1978, luego de que la National Comission for the Protection of Human Subjects of Biomedical and Behavioral Research emprendiera una ardua tarea en identificar los principios éticos básicos que iban a dirigir para el futuro la investigación con seres humanos en las ciencias del comportamiento y en la biomedicina. Como resultado de sus deliberaciones, la comisión emitió un informe multidisciplinario conocido como Belmont Report, que predicaba tres principios: el respeto por las personas, beneficencia y justicia 72. Este informe fue el preludio de la obra Principios de ética biomédica de Tom Beauchamp y James Childress, en la que los autores desarrollaron un marco teórico y pluralista para identificar y resolver los dilemas éticos surgidos en el ámbito de la salud, a través de los principios prima facie que llegan hasta nuestros días: beneficencia, no maleficencia, autonomía y justicia.

En lo que aquí interesa y de acuerdo a la evolución posterior de cada uno de los principios, el primer patrón no refiere a la idea clásica de la beneficencia como caridad, sino que propone como concepto dos reglas que se complementan entre sí: a) no hacer daño y b) extremar los posibles beneficios y minimizar los posibles riesgos 73. A este esquema, puede agregarse que el mentado principio remite a la obligación moral de actuar en beneficio de terceros, lo cual lleva ínsito el cumplimiento de cinco premisas: 1) Proteger y defender los derechos de otros, 2) Prevenir que suceda algún daño a otros, 3) Suprimir las condiciones que puedan producir perjuicio a otros, Page 59 4) Ayudar a las personas discapacitadas y 5) Rescatar a la personas en peligro 74.

Por su parte, el principio de la no maleficencia es asociado a la máxima de "no dañar" y resulta gravitante cuando el riesgo de lesionar es inseparable de un acto que es prescripto moralmente de acuerdo a otro principio. En este cuadro, Miguel Kottow dice: "El deber ético no puede consistir en evitar daños que son insoslayables, sino en aceptar que estos daños, posibles o ciertos, han de ser conocidos por el paciente e incorporados en su proceso de decisión informada" 75.

En tercer término, el principio de la autonomía se inscribe en la idea de un autogobierno de la persona, pero no ilimitado. Básicamente, la esencia de esta regla descansa en la existencia de una adecuada y completa información al paciente sobre el tratamiento médico a llevarse a cabo, la comprensión de que el facultativo buscará ayudarlo siempre, requiriéndole una decisión, más la indefectible ausencia de coacciones internas como externas al momento en que el interesado adopte una determinación 76. Como lo enuncia José A. Mainetti: "Lo que ha quedado ciertamente atrás es el modelo paternalista de RMP [relación médico-paciente], la autoridad despótica de uno de sus términos y la sumisión no ilustrada del otro. Una novedad revolucionaria -porque brusca, radical e irreversible- de la presente medicina lo constituye la introducción del sujeto moral, del paciente como agente racional y libre, que debe saber y decidir en la relación terapéutica" 77.

Por último, la directriz de la justicia apunta al modo equitativo de distribución de los recursos en...

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