Nadie le da garantías a la reina

No hay peronismo sin traición. Y aunque esta sentencia no figura entre las "veinte verdades justicialistas", resulta puntualmente exacta y candente, y es lo que mantiene todavía insomne a la reina. atraviesa un drama shakespeariano: sabe que, de ganar, inexorablemente alguno de sus "compañeros" le hará lo que ella le hizo a su padrino y mentor de Lomas de Zamora. Al final de toda esta novela de intrigas palaciegas y apoyos hipócritas, la doctora le levantará el brazo al nuevo macho alfa del , y éste tarde o temprano le clavará sus puñales. El ahijado que ocupe el sillón de Rivadavia y se apodere de la chequera será finalmente quien mande, y deberá deshacerse del tutelaje cristinista para fundar su propia era. Está en la naturaleza de las cosas. Y la historia ya probó que los Chirolitas no existen: la consigna Daniel o Florencio al Gobierno y Cristina al poder es una vana ilusión de laboratorio. La mano que mece la caja maneja el mundo, y lo demás es puro cuento. Los únicos dirigentes que podrían aceptar una conducción remota serían algunos de sus familiares directos o ciertos fanáticos del neocamporismo, pero ninguno de ellos tiene chances reales de ganar las elecciones. La madre narcisista los ha mimado al extremo, pero se ha ocupado inconscientemente de mantenerlos aplastados bajo su colosal figura. El cristinismo es un matriarcado inflexible, y la Presidenta piensa que sólo ella encarna la "revolución". De esta certeza derivan, por lo tanto, sus principales dilemas. ¿Por qué trabajar intensamente para colocar en el trono a otro monarca? ¿Para qué dar semejante batalla por alguien que no aceptará ser vicario y que, en cuanto pueda, se la sacará impiadosamente de encima? ¿Por qué hacer campaña para consagrar al próximo enemigo?

De estos interrogantes surgen, a su vez, quimeras y amarguras. Podemos colocar un vicepresidente que vigile y nos responda, pero puede resultarnos tan inútil como Mariotto. Podemos condicionar al nuevo presidente desde un nutrido pelotón de legisladores, pero si nos corta los víveres, nos obligará a moderar nuestra posición. Podemos acosarlo con empresarios amigos, pero el nuevo patrón de Balcarce 50 los puede neutralizar porque todos sus negocios dependen directa o indirectamente del Estado. Podemos infiltrarle cuadros en su gobierno, pero no serán más que células dormidas, porque el jefe tiene potestad para removerlos, congelarlos o colonizarlos con dinero. Por más trucos y prevenciones que tomemos, el nuevo...

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